martes, 11 de febrero de 2020


VI DOMINGO ORDINARIO (CICLO A)


Las lecturas de este domingo nos ponen delante el tema de la ley en nuestra relación con Dios.

 
La 1ª lectura del libro del Eclesiástico nos hablaba de la libertad que Dios le da al hombre para poder cumplir los mandamientos. Si quieres, guardarás los mandamientos y permanecerás fiel a su voluntad”.  Somos libres, capaces de hacer el bien o de hacer el mal. Tenemos ante nosotros, de forma continua, dos caminos: uno que nos aleja de Dios, otro que nos acerca a Él. Uno, es fácil de recorrer, cómodo de andar, atractivo a nuestros ojos. El otro difícil, duro y estrecho, poco apetecible a nuestro espíritu de comodón. Pero ya sabemos por la fe, y por la experiencia muchas veces, que al término del camino ancho nos aguarda la tristeza, el fracaso, la angustia, la muerte. En cambio, después de recorrer el camino duro, encontramos la paz, la alegría, la esperanza, la vida. 

 
Él te ha puesto delante fuego y agua, extiende tu mano a lo que quieras”. Sí, Dios ha querido ser justo con nosotros, quiere darnos lo que merezcamos... Y al mismo tiempo, como haciendo trampa y llevado de su misericordia, ha prometido ayudarnos, venir a nuestro lado cuando le llamemos con fe y confianza, ha prometido darnos su gracia, sin dejar por eso de premiar el éxito final que con su ayuda y nuestro pobre esfuerzo consigamos.

El hombre es libre para poder hace el bien o no. Aunque Dios desea que los hombres hagamos el bien, sin embargo respeta nuestra libertad.  Lo que sí hay que tener en cuenta es que el pecado no viene de Dios, sino del interior de la persona.  En nuestro interior está la capacidad para cumplir o no la voluntad de Dios.
 

La 2ª lectura de san Pablo a los Corintios nos dice que la verdadera sabiduría es un don del Espíritu Santo.

 
San Pablo nos habla de dos sabidurías contrapuestas: la de este mundo, la que ha dado como resultado el desorden actual en el que vivimos y que es la que siguen los que quieren dominar el mundo y buscan el poder y la sabiduría en las fuerzas del mal y por eso se opone a Cristo y a su Evangelio, y la sabiduría de Dios que Pablo comunica a los cristianos adultos en la fe. Estos son cristianos que han asumido el mensaje de Jesús y viven de acuerdo con él, y son capaces de hacer un uso pleno y responsable de la libertad y de la prudencia para “distinguir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo conveniente”.  Esta sabiduría la comunica Dios a quienes lo aman. 

 
El Evangelio de san Mateo nos dice cuál es la misión de Jesús.  Él no ha venido a abolir la ley o los profetas, pero sí ha venido a formular la ley de una manera nueva.

 
Jesús dice: “Vosotros habéis oído que no debéis matar, no debéis cometer adulterio, no debéis pelearos con vuestro hermano, etc. pero yo os digo”.  Así Jesús va enumerando 6 formulaciones de la ley del A.T.  Hoy hemos leído 4 y el domingo que viene leeremos las 2 restantes.  Esas 6 formulaciones de la ley van cayendo como 6 piedras que cayesen desde lo alto de una montaña.  Son 6 piedras del legalismo judío que Jesús hace que se caigan, y esto molesta a muchas personas.
 

Desde el monte de las bienaventuranzas, Jesús lanzó 6 piedras que dieron en el blanco de nuestro bienestar, de nuestras seguridades, de nuestros egoísmos, de nuestros compromisos.

 
Esas 6 frases: “pero yo os digo”, tienen una fuerza que cambian el ritmo de todas las cosas.  “Habéis oído que se dijo a los antiguos”, “pero yo os digo”.  Con esto se pasa del legalismo a la ley del amor.

 
Aquellos “pero” de Cristo hicieron temblar a la justicia.  Quitaron las vendas de la hipocresía, deshicieron miles de preceptos, para abrir un camino real a la libertad de los Hijos de Dios.   Esos seis “pero” de Cristo fueron destruyendo el tradicionalismo y la costumbre.

 
Pero los hombres al “pero” de Cristo, pusimos nuestros propios “peros”.  “No matar”, pero, los hombres en ciertas circunstancias y motivos convertimos en lícito el matar, y esto alentó a miles de asesinos y ha habido millones de muertes en nuestro mundo.

 
Cristo dice: “Amad a vuestros enemigos”, pero los hombres en ciertos casos no hacemos respetar esto y por ello se ha desencadenado una salvaje caza del hombre, tan solo porque ese hombre no tiene el color de nuestra piel o no comparte nuestras ideas.

 
Cristo dijo: “Sed perfectos”, y nosotros decimos: pero seamos realistas, tengamos en cuenta nuestra fragilidad humana, y así nos vamos colocando fuera del evangelio.

 
“Vosotros habéis oído”, sí, hemos oído muchas cosas, pero hemos aprendido demasiadas habilidades para hacer que el evangelio no nos estropee excesivamente nuestro sueño o nuestra tranquilidad.   

 
No se trata de no hacer el mal, sino de hacer el bien para manifestar tu amor a los demás. Como decía San Agustín: “Ama y haz lo que quieras”, puesto que si amas de verdad estás cumpliendo la ley entera.

 
Jesucristo ha venido, no para quitar la ley, sino para darle plenitud y la plenitud de la ley está en el amor.