VI DOMINGO ORDINARIO (CICLO A)
Las lecturas de este domingo nos ponen delante el tema de la ley en nuestra relación con Dios.
La 1ª lectura del libro del Eclesiástico nos hablaba de la
libertad que Dios le da al hombre para poder cumplir los mandamientos. “Si quieres, guardarás los mandamientos y permanecerás fiel a
su voluntad”. Somos libres,
capaces de hacer el bien o de hacer el mal. Tenemos ante nosotros, de forma
continua, dos caminos: uno que nos aleja
de Dios, otro que nos acerca a Él. Uno, es fácil de recorrer, cómodo de
andar, atractivo a nuestros ojos. El otro difícil, duro y estrecho, poco
apetecible a nuestro espíritu de comodón. Pero ya sabemos por la fe, y por la
experiencia muchas veces, que al término del camino ancho nos aguarda la
tristeza, el fracaso, la angustia, la muerte. En cambio, después de recorrer el
camino duro, encontramos la paz, la alegría, la esperanza, la vida.
“Él te ha puesto delante fuego y agua, extiende tu mano
a lo que quieras”. Sí, Dios ha querido ser justo con nosotros, quiere
darnos lo que merezcamos... Y al mismo tiempo, como haciendo trampa y llevado
de su misericordia, ha prometido ayudarnos, venir a nuestro lado cuando le
llamemos con fe y confianza, ha prometido darnos su gracia, sin dejar por eso
de premiar el éxito final que con su ayuda y nuestro pobre esfuerzo consigamos.
El hombre es libre para
poder hace el bien o no. Aunque Dios desea que los hombres hagamos el bien, sin embargo respeta nuestra libertad. Lo que sí hay que tener en cuenta es que el pecado no viene de Dios, sino del
interior de la persona. En nuestro
interior está la capacidad para cumplir o no la voluntad de Dios.
La 2ª lectura de san Pablo a los Corintios nos dice que la
verdadera sabiduría es un don del Espíritu Santo.
San Pablo nos habla de
dos sabidurías contrapuestas: la de este
mundo, la que ha dado como resultado el desorden actual en el que vivimos y
que es la que siguen los que quieren dominar el mundo y buscan el poder y la
sabiduría en las fuerzas del mal y por eso se opone a Cristo y a su Evangelio, y la sabiduría de Dios que Pablo
comunica a los cristianos adultos en la
fe. Estos son cristianos que han asumido el mensaje de Jesús y viven de
acuerdo con él, y son capaces de hacer un uso pleno y responsable de la
libertad y de la prudencia para “distinguir
lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo conveniente”. Esta sabiduría la comunica Dios a quienes
lo aman.
El Evangelio de san
Mateo nos dice cuál es la misión de Jesús. Él no ha venido a abolir la ley o los
profetas, pero sí ha venido a formular la ley de una manera nueva.
Jesús dice: “Vosotros habéis oído
que no debéis matar, no debéis cometer adulterio, no debéis pelearos con vuestro
hermano, etc. pero yo os digo”. Así
Jesús va enumerando 6 formulaciones de la ley del A.T. Hoy hemos leído 4 y el domingo que viene
leeremos las 2 restantes. Esas 6 formulaciones
de la ley van cayendo como 6 piedras que cayesen desde lo alto de una
montaña. Son 6 piedras del legalismo
judío que Jesús hace que se caigan, y esto molesta a muchas personas.
Desde el monte de las bienaventuranzas, Jesús lanzó 6 piedras que dieron
en el blanco de nuestro bienestar, de nuestras seguridades, de nuestros
egoísmos, de nuestros compromisos.
Esas 6 frases: “pero yo os digo”,
tienen una fuerza que cambian el ritmo de todas las cosas. “Habéis oído que se dijo a los antiguos”, “pero yo os digo”. Con esto se pasa del legalismo a la ley del
amor.
Aquellos “pero” de Cristo
hicieron temblar a la justicia. Quitaron
las vendas de la hipocresía, deshicieron miles de preceptos, para abrir un
camino real a la libertad de los Hijos de Dios. Esos seis “pero” de Cristo fueron destruyendo el tradicionalismo y la
costumbre.
Pero los hombres al “pero” de
Cristo, pusimos nuestros propios “peros”. “No
matar”, pero, los hombres en ciertas circunstancias y motivos convertimos
en lícito el matar, y esto alentó a miles de asesinos y ha habido millones de
muertes en nuestro mundo.
Cristo dice: “Amad a vuestros
enemigos”, pero los hombres en ciertos casos no hacemos respetar esto y por
ello se ha desencadenado una salvaje caza del hombre, tan solo porque ese
hombre no tiene el color de nuestra piel o no comparte nuestras ideas.
Cristo dijo: “Sed perfectos”,
y nosotros decimos: pero seamos
realistas, tengamos en cuenta nuestra fragilidad humana, y así nos vamos
colocando fuera del evangelio.
“Vosotros habéis oído”, sí, hemos oído muchas cosas, pero hemos aprendido demasiadas
habilidades para hacer que el evangelio no nos estropee excesivamente nuestro
sueño o nuestra tranquilidad.
No se trata de no hacer
el mal, sino de hacer el bien para manifestar tu amor a los demás. Como decía
San Agustín: “Ama y haz lo que quieras”, puesto que si amas de verdad estás
cumpliendo la ley entera.