lunes, 15 de abril de 2024

 

IV DOMINGO DE PASCUA (CICLO B)


Hoy, nosotros que somos la Iglesia, celebramos a Cristo-resucitado Buen Pastor. 

La 1ª lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles nos presenta a Jesucristo como el único salvador: “ningún otro puede salvarnos”. No nos dejemos engañar por otras personas, por otros caminos que nos presentan propuestas falsas de salvación. 

A veces el camino de salvación que Jesús nos propone está totalmente en contradicción con los caminos de supuesta salvación que nos proponen los líderes políticos, o las modas o la opinión pública; y nosotros tenemos que elegir coherentemente de acuerdo a nuestra fe y a nuestro compromiso cristiano.

A la hora de elegir entre lo que nos propone Jesús y lo que nos proponen otros líderes, no nos olvidemos que la propuesta de Jesús tiene el sello de garantía de Dios, y no olvidemos que el camino que nos conduce al encuentro con Dios, es sólo el camino de Jesús.

Para nosotros los cristianos, Cristo ha de ser “la piedra angular” sobre la cual construimos nuestra vida y la historia de nuestro tiempo.  ¿Es Cristo, para nosotros, el punto de referencia de todo lo que hacemos?

La 2ª lectura, de la primera carta de san Juan, nos recuerda que Dios nos ama con un amor sin límites y por eso somos hijos de Dios.  Ser hijos de Dios significa que todos los hombres tenemos la misma “categoría”, el derecho al mismo respeto y podemos exigir ser tratados todos de la misma manera porque nadie es más hijo de Dios que otro, todos podemos decir: “¡soy hijo de Dios!”

¿Cómo debemos responder los hijos de Dios al amor que Él nos tiene?  El hijo de Dios es aquel que responde al amor de Dios viviendo coherentemente su fe, esto quiere decir, respetando y cumpliendo los mandamientos de Dios; viviendo el amor al prójimo, a ejemplo de Jesucristo.

Vivir como hijos de Dios implica que muchas veces hemos de tomar opciones y hay que desechar aquellas opciones que están en contradicción con los valores de Dios aunque esto suponga que nos desprecien, se rían o no nos tomen en cuenta.  No olvidemos que Jesús también fue rechazado por eso mismo.  Los cristianos no debemos tener miedo de ser coherentes con nuestra fe.

El Evangelio de san Juan nos decía que Jesús es el Buen Pastor que da la vida por las ovejas. Jesús, el Buen Pastor, conoce a sus ovejas. Conocer a los demás es un medio – modo – para amar, pues cuanto más se conoce más se ama y, sobre todo, cuanto más se ama mucho mejor se conoce a una persona. A los humanos si algo nos impresiona es sentirnos queridos, amados profundamente y con generosidad por alguien; sentirnos amados por alguien a quien apreciamos.

Jesús nos asegura que nos conoce uno a uno, Él, que ha dado la vida por nosotros, nos ama, nos llama a vivir unidos íntimamente con Él y espera que respondamos a esa relación.

Es importante que caigamos en la cuenta de lo que Cristo nos repite hoy una vez más: Él nos ama gratuitamente y nos llama a sentirnos amados por Él. Sentirse amado es el fundamento de la vida interior. Nos llama a vivir en trato íntimo con Él.

Jesús el Buen Pastor sabe que tiene otras ovejas que están alejadas, a las que también tiene que llegar. Su rebaño es un rebaño abierto a todos, no es un grupo cerrado y selecto, la Iglesia no es una sociedad cerrada, sus puertas están siempre abiertas para todos.

En este domingo se nos invita, pues: A ser “ovejas” del rebaño de Jesús; es decir a, escuchar su voz y a seguirlo. Hay que escuchar con el corazón a Jesús y llevar a la práctica lo que Él nos dice. Seguir a Jesucristo es querer identificarse con Él, asemejarse a Él. Jesús se ofrece a ser nuestro verdadero guía, a enseñarnos, para que aprendamos de Él la manera más humana de vivir. Pero también nos invita a ser “pastores”.

¿Quiénes estamos llamados a ser pastores? Todos los que pertenecemos al rebaño de Jesús, todos los cristianos, por nuestra entrega a los demás, estamos llamados a ser pastores. Pero hoy, en concreto, se recuerda a quienes han consagrado su vida de un modo especial a Dios: religiosos y sacerdotes. Todos ellos quieren continuar el “pastoreo” de Jesús en la Iglesia. Se nos invita a pedir hoy por las vocaciones sacerdotales que el Espíritu suscite vocaciones en su Iglesia para que siga creciendo el reino de Dios.

Preguntémonos este domingo: ¿Realmente Cristo es nuestro Pastor? ¿Qué voces escuchamos más seguido en nuestro caminar como cristianos? ¿Será la voz de Cristo? Jesús es y debe ser nuestro Pastor.

Que el Espíritu Santo conceda vocaciones sacerdotales a su Iglesia, suscitando respuestas generosas a todas las llamadas que hace a la juventud. Que nos conceda escuchar la voz de nuestro Pastor y seguirlo, identificándonos poco a poco con Él.