XIII DOMINGO ORDINARIO (CICLO B)

Es evidente que en nuestro mundo, en nuestras familias, existen problemas y sufrimientos, unas veces debidos a la pobreza, otras a la enfermedad y a la muerte. De estas tres cosas nos va a hablar hoy la Palabra de Dios para ofrecernos un rayo de luz, de esperanza y de consuelo.
La 1ª lectura del libro de la Sabiduría, nos dice que Dios no hizo la muerte, ni la quiere, sino que la muerte entró en el mundo por envidia del diablo.
A menudo, quizá decimos -pensando que hablamos muy cristianamente- cosas como estas: “Dios le ha enviado una enfermedad”, “esta enfermedad es una prueba de Dios”. O, hablando de la muerte, quizá decimos: “Dios lo ha llamado”, “Dios lo ha querido con Él”. Pensamos que hablamos de un modo muy cristiano, muy piadoso, pero nos equivocamos. Porque como nos decía la 1a. lectura de hoy: “DIOS no ha hecho la muerte, ni se complace destruyendo a los vivos. Él todo lo creó para que subsistiera”. Más aún, la 1a. lectura también decía: “as criaturas del mundo son saludables: no hay en ellas veneno de muerte”.
Según el lenguaje popular del Antiguo Testamento, fue el diablo el que introdujo este veneno de muerte en la creación. Dios es el autor de la vida y quiere la vida para todos los hombres y mujeres. Dios no dijo: “Hágase la muerte” o “Hágase la enfermedad”. Según el Antiguo Testamento es el diablo el causante.
La muerte o la enfermedad no la envía Dios; lo que hace Dios, nuestro Padre que ama la vida, es ayudarnos a sobrellevar estos males que Él no quiere.
La 2ª lectura de San Pablo a los Corintios, es una invitación a ser solidarios con quienes tienen necesidad.
San Pablo organiza una colecta en favor de los cristianos de Jerusalén que se encontraban pasando escasez debido a las malas cosechas en el año anterior, “año sabático”, en que los judíos no sembraban, pues debían dejar descansar la tierra.
San Pablo recuerda a los que tienen más que su abundancia remediará las carencias de los que tienen menos. Y que los que no tienen en algún momento ayudarán a los que ahora tienen. Sin duda esto puede ser interpretado como aquel dicho popular: “hoy por ti, mañana por mí”. Pero también se trata de que el compartir con los que poco tienen en bienes materiales, enriquece con gracias espirituales a los que sí tienen bienes materiales. Es así como el ejercicio de la solidaridad enriquece espiritualmente al que da, porque de esa manera “guarda tesoros para el cielo”.
Y para estimular a los Corintios y a nosotros a ser generosos, San Pablo nos recuerda cómo Cristo, “siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza”.
El Evangelio de san Marcos nos presenta a Jesús curando una mujer y a una niña.
Jesús no discrimina a nadie, no hace distinciones, atiende a todos por igual. Todos los seres humanos tenemos la misma dignidad, todos somos hijos del mismo Dios.
Es cierto que cada día se va despertando más la conciencia sobre el derecho de las mujeres a llevar una vida con dignidad, pero aún existen muchas injusticias, violencia, agresiones hacia la mujer, y sobre todo la violencia de género sigue siendo una de las vergüenzas de nuestra sociedad.
Somos aún poco conscientes de todo el sufrimiento y tantas tragedias como sufre la mujer. Que poco valoramos a todas esas mujeres que se dedican a las tareas del hogar. Ante un mismo trabajo, la mujer percibe, normalmente, un salario menor que el hombre.
Qué decir de la publicidad sexista, verdadera ofensa a la mujer, de la que aún parece que no se ha tomado conciencia en nuestra sociedad y particularmente en los medios de comunicación social.
Los gobiernos fundamentalistas someten a la mujer a muchísimas vejaciones: matrimonios forzados, lapidaciones, etc., muchas llegan a ancianas tras una vida de mucho dolor. En los países latinoamericanos se explota a las mujeres mediante la prostitución, la trata de blancas y trabajos inhumanos.
En el mundo de hoy, las grandes conquistas que han conseguido las mujeres han sido porque ellas las han exigido, las han conquistado a veces con riesgos hasta de su vida.
Jesús, alaba el valor de esta mujer que se acerca a Él pidiendo su curación, y la de este padre preocupado por la salud de su hija. No podemos dudar que mirará también con buenos ojos todos los esfuerzos de las mujeres por restablecer la justicia, por conseguir la dignidad a la que tienen derecho, y también cuanto hagamos todos por restablecerles en su dignidad de personas y por ayudar a vivir a todos los que tienen derecho a ello.