lunes, 25 de noviembre de 2024

 

I DOMINGO DE ADVIENTO (CICLO C)


Hoy es un día importante: ¡comienza el año cristiano!  Empezamos hoy el Adviento: Tiempo de preparación a la Navidad.  El tiempo de Adviento, es un tiempo para prepararnos a recibir a Jesucristo, que viene a nuestra vida. El Adviento es una llamada a la esperanzaesperar en el Salvador que nos va a nacer.  El Adviento es una invitación a la vigilanciavigilar para no caer en las trampas de este mundo. El Adviento es una llamada a la perseverancia: perseverar en la fe en Jesús.

La 1ª lectura de profeta Jeremías nos dice que Dios cumple sus promesas.

El Adviento es un tiempo para recuperar la esperanza.  Y si algo necesitamos los seres humanos y los cristianos en particular es recuperar la esperanza.  Porque vivimos en un mundo que ha perdido los grandes ideales, un mundo en el que los proyectos que se emprenden tienen que ver más con el ganar dinero que con el procurar el bien de toda la humanidad.

Desencanto, apatía, indiferencia, son palabras que expresan nuestra forma de vivir o nuestra manera de malvivir.   Porque el único objetivo de nuestra vida está en pasarlo lo mejor posible, en que no nos falte de nada y en vivir lo más cómodamente posible.  Esto es al menos lo que nos vende la publicidad, y lo que los gobiernos nos proponen con sus planes.  

Sentimos una indiferencia cada vez mayor por todo lo que signifique la formación humana, el compromiso social, el progreso verdaderamente humano. 

Por eso, tiene mucha importancia celebrar el Adviento, recuperar al menos nosotros los cristianos la esperanza.  Una esperanza que nos dice que el mundo, a pesar de todo, se encamina hacia el encuentro con su creador.  Una esperanza que nos dice que a pesar de todo, todavía es tiempo de mejorar las condiciones de vida humanas, de luchar para que se reconozca la dignidad humana por encima de los intereses económicos, de partido o de grupo.  Una esperanza social y personal, que nos dice que nuestra aportación en el proyecto del Reino de Dios, por pequeña que sea es importante.   

La 2ª lectura de la primera carta de San Pablo a los Tesalonicenses, nos decía: Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos…”

El amor es una dimensión fundamental para encontrarnos con Jesús. La persona que es egoísta se pone él como el centro de todo y se relaciona con las personas como si fuesen objetos, no como personas que tienen sus propias iniciativas, sino como instrumentos para conseguir lo que uno se propone.  La persona egoísta nunca podrá tener un encuentro personal con otros seres humanos porque no reconoce a los demás como personas, como iguales. Si no se puede encontrar con los demás, tampoco con Jesús.

Sin embargo, la persona que ama está viendo al otro como una persona distinta de uno mismo y distinta de los demás objetos, la está reconociendo como un igual con el que se puede relacionar de tú a tú. Sólo se puede encontrar uno personalmente con una persona a la que se ama, sin amor no hay encuentro personal.

El Evangelio de san Lucas nos decía: “poned atención… estad alerta…velad”

El Señor utiliza muchas imágenes para hacernos entender cuál es la verdadera actitud del cristiano: “poned atención, levantad la cabeza, estad alerta”.  No nos dice que no habrá dificultades, no nos dice que es fácil el camino, pero nos invita a que levantemos la cabeza. 

Cuando la violencia y la inseguridad nos envuelven, cuando hay gritos de dolor y angustia, una de las tentaciones mayores es la de huir, correr, hacernos los desentendidos y esconder la cabeza. Cristo nos propone otro camino: enfrentar las situaciones difíciles con la cabeza en alto, pero con vigilancia y estando alerta. Siempre será una mejor solución enfrentar las dificultades que no hacer nada. Quedarse de brazos cruzados es la peor de las soluciones.

No podemos sucumbir al miedo pero: “Estad alerta, para que los vicios, con el libertinaje, la embriaguez y las preocupaciones de esta vida no entorpezcan vuestra mente”.  Hay quienes, aún en esta difícil situación, optan por el camino fácil del olvido en los vicios y la embriaguez. Hay quienes quieren hacer olvidar al pueblo su dolor con pan y circo, pero que no ofrecen soluciones integrales y verdaderas. Es preciso tener cuidado con lo que embota el corazón y apaga la esperanza.

El mensaje de Jesús no nos evita los problemas y la inseguridad, pero nos enseña cómo afrontarlos. Tenemos la seguridad que las estructuras injustas sólo podrán ser removidas del corazón del hombre por el paso del amor de Dios y su justicia. Así que ¡no embotemos el corazón! ¡Llenémoslo de esperanza!

El Adviento es un tiempo  de aliento para todos los que luchan y ponen su esperanza en el Señor.  El adviento es un camino que debemos iniciar sin miedos, que debemos andar con precauciones para no caer en las trampas del mal y que debemos proseguir fortalecidos con la oración, la vigilancia y el amor.

Que el Señor nos ayude a aprovechar el tiempo, a vivir responsablemente, a comprometernos con las necesidades de nuestro mundo, a no esperar pasivamente la salvación, sino a esperarla vigilantes, de pie, soñando con el día en que nos presentaremos ante Jesucristo el Señor.