lunes, 17 de noviembre de 2025

 

JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO (CICLO C)


Con este domingo cerramos el año litúrgico.  Y hoy la Iglesia nos propone que reconozcamos a Cristo como Señor de nuestras vidas, pues eso significa esta fiesta de Cristo Rey.    

Durante todo un año hemos celebrado, conmemorado y recordado el misterio de nuestra salvación, hoy contemplamos la historia de aquel niño que nació olvidado de todos los poderes de este mundo, la historia de aquella vida entregada en servicio a los demás, entregada hasta la última gota de sangre en la cruz,  que rechazó todo poder y autoridad de este mundo, aquella vida cuyo único objetivo fue anunciar la verdad de un Padre Dios bueno y misericordioso.   Y contemplamos los atributos de la realeza de Cristo.  Su trono: la cruz.  Su corona: las espinas.  Su manto real: la sangre corriendo por su espalda. Y su sentencia: el perdón.

Jesús es Rey pero es un rey sin trono, sin fuerza física, sin soldados, sin espadas, sin vasallos… un rey colgado de un madero que es burlado y violentado, un rey que es despreciado hasta por quien padece el mismo sufrimiento.

Jesús es Rey y vino a traernos el Reino de Dios.  El Reino de Dios es un reinado donde los últimos del mundo son los primeros; donde los publicanos y pecadores son antes que los sabios y entendidos.

Sin embargo, que diferentes son los gobiernos y reinados de nuestro mundo. Muchas veces reina el terror, la miseria, la explotación, el deseo de vivir cada vez más cómodamente, reina la venganza, el negocio incorrecto, la violencia.  Cuando en nuestro mundo reine la confianza mutua, cuando todos vivan decentemente, cuando no haya analfabetos, cuando los negocios sean honrados, cuando vivamos en paz, entonces podremos decir que Dios reina en este mundo y en nuestros corazones.

Dios debe reinar no sólo sobre el mundo, sino sobre las personas para que podamos vivir como Hijos y no como esclavos y para eso tenemos que comprometernos con Jesús para construir su Reino aquí en la tierra.

Los reyes y gobernantes de este mundo buscan y gobiernan desde el poder y el poder lo usan para convertir a sus gobernados en simple objeto al servicio de sus caprichos. El poder no se puede usar para imponerse a los demás, para pasar por encima de la vida, la dignidad y los derechos de las personas. 

Jesús no utiliza ni el poder ni el dinero ni la fuerza para implantar su Reino: su única arma es el amor, un amor pleno, un amor total. El auténtico poder, el verdadero poder se debe usar para construir y no destruir.

El verdadero poder nunca es para destruir personas, sino para dar vida. Qué diferente a nuestras mafias y gobiernos que utilizan armas, amenazas y poderosas influencias para destruir, para aniquilar con tal de permanecer en sus cotos de poder.

Los gobernantes y reyes de este mundo, muchas veces usan el poder para vengarse de sus enemigos y llegan incluso a matar para imponerse a los demás y cuantas veces están al lado de los poderoso y no de los necesitados, buscando beneficios y más poder a costa del sufrimiento de la gente sencilla.  Sin embargo, Dios busca la felicidad de todos y en eso empeña su poder.

Aquellos que están cegados por el destello limitado y fugaz del poder mundano, desprecian a Cristo, amor encarnado, como hicieron las autoridades, los soldados y uno de los malhechores en el monte Calvario.

Por eso Jesús rey cambia todo el sentido de nuestra existencia: no vivimos ni para el poder, ni para las violencias, ni para las posesiones, vivimos para el amor.

Jesús desde la cruz, nos muestra que el verdadero poder es el amor.  Sólo el amor es capaz de crear todo cuanto existe.  Sólo el amor puede vencer al pecado, al mal y a la muerte. 

La propuesta de Jesús, Rey: servir. En aquella noche del jueves Santo, noche de amor y de entrega, como signo de servicio, lavó los pies a sus discípulos. 

La enseñanza que nos da Jesús hoy es que todo reinado, todo gobierno y toda autoridad deben ser para servir y no para servirse, para limpiar y no para enlodar, para sanar y no para dejar heridos a lo largo del camino.

Hagamos hoy posible declarar a Jesús Rey de nuestras vidas. Su ejemplo y el seguimiento de sus enseñanzas nos traen paz, felicidad, justicia y amor.