III DOMINGO ORDINARIO (CICLO A)
La liturgia
de este domingo, nos hace ver que Jesús es la luz que quiere brillar en
nosotros y en nuestro mundo, para ello, debemos dejar a un lado las divisiones
y trabajar todos unidos por el proyecto del Reino de Dios.
La 1ª lectura
del profeta Isaías es un canto de esperanza para el pueblo de Israel que está
desalentado, dominado y desesperanzado.
Un pueblo que ha sido obligado a emigrar hacia la esclavitud, pero que
regresa fortalecido y unido porque Dios está con este pueblo, porque Dios es la
luz que los guía.
¡Cuántas
veces, no hemos deseado que surja una gran luz que quite las tinieblas que se
han apoderado de nuestro mundo!
Echando una
mirada al mundo, nos encontramos con guerras, con egoísmos en el corazón de
muchas personas, que sólo buscan la satisfacción de sus propios deseos e
intereses, a costa de pisotear los derechos de los demás; cuántas desgracias
hay actualmente en nuestro mundo, y muchas veces lo único que hacemos es
quejarnos pero no somos capaces de manifestar una amor solidario por los que
sufren.
Muchas
personas viven una vida sin sentido y esto hace que perdamos las ilusiones, las
esperanzas de cambiar nuestro futuro por uno más prometedor para todos.
En medio de
todas estas angustias y tristezas, en medio de una vida que ha perdido el rumbo
del amor, la alegría y la paz, el Señor se hace presente en medio de nosotros
para iluminar nuestra vida y darle un sentido nuevo a nuestra existencia, para
hacernos solidarios, para trabajar en la solución de los males que aquejan a nuestro
mundo. Sólo Dios es la luz que nos puede
guiar a mejorar nuestra situación, a mejorar nuestro mundo.
La 2ª lectura
de San Pablo a los Corintios es una exhortación a eliminar las divisiones
dentro de la comunidad cristiana.
San Pablo
pide, en nombre de Jesucristo, que nos pongamos de acuerdo y no andemos
divididos. Es lamentable las discordias
y las divisiones dentro de una comunidad porque le damos más importancia a los
servidores del Evangelio que al Evangelio mismo.
Por eso, hay
que preguntarnos: ¿Qué es más importante para mí, el mensajero o el mensaje del
Señor? Hay personas que vienen a la Iglesia no a escuchar el mensaje de Cristo,
sino a ver a la persona que presenta el mensaje del Señor; hay personas que no
les importa el mensaje del Señor, sino que son seguidoras, no del Señor, sino
del que presenta el mensaje.
No podemos
seguir a nadie, a ninguna persona, sino sólo a Jesús, sólo el Señor es quien
tiene que ser nuestro guía y maestro. No
puede ser que vengamos a la Iglesia por simpatía o no con las personas que nos
presentan el mensaje del señor.
Como miembros
del Cuerpo de Cristo, nuestra unión es la cruz de Cristo. Tenemos que ser personas que hagan equipo con
todos, que seamos lazos de unión. Hemos
de buscar siempre la unidad, hemos de seguir a Cristo y hemos de ser de Cristo
y de nadie más.
El Evangelio
de san Mateo nos presenta el programa de lo que va a ser la misión de Jesús.
Jesús
comienza su vida pública y viene a implantar el Reino de Dios, pero Jesús no
quiere trabajar sólo, busca y llama colaboradores. Los escoge de entre la gente del pueblo. Los llama uno a uno, para colaborar en su
misión y convivir con Él.
Jesús también
hoy, busca personas que quieran colaborar con Él, en su misión, que lo
sigan. Cuántas veces no nos habrán
invitado a colaborar en algún apostolado en la Iglesia y, ¿Cuál ha sido nuestra
respuesta? ¿Cuántos se desentienden de
la llamada que el Señor les hace?
¿Cuántos hacen oídos sordos a la llamada del Señor?
Ser cristiano
no es sólo venir a misa y escuchar la Palabra de Dios cada domingo. Para eso no envió Dios a su Hijo al
mundo. Nuestra misión de cristianos
requiere algo más. El domingo venimos a
misa para reunirnos como comunidad cristiana y encontrarnos con el Señor que
nos da su luz y su fuerza para vivir el resto de la semana. Por eso, hemos de interiorizar el mensaje que
el Señor nos da y hacerlo vida el resto de la semana.
Vosotros
vivís en el mundo, tenéis familia, un
trabajo o estudiáis, negocios, amigos, vecinos, etc., Dios quiere estar
presente en todos esos lugares. El Reino
de Dios ha de llegar a todos esos lugares, Jesús nos llama hoy a dar en todas
partes nuestro testimonio, a manifestar que somos cristianos, que tenemos un
estilo de vida, esto es seguir a Jesús.
Jesús llamó a
Pedro, Juan, Mateo, pero también te llama a ti, porque todos necesitan de
Dios. ¿Por qué nos cuesta tanto
responder al llamado del Señor?
Hoy Jesús nos
invitaba también a la conversión. Hay
que convertirse. Jesús sigue presente en
nuestra vida, a pesar de nuestros pecados, Él es la gran luz que ilumina
nuestra vida, dejémonos iluminar por Él y seamos también nosotros luz en este
mundo en que vivimos.
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