martes, 21 de enero de 2020

III DOMINGO ORDINARIO (CICLO A)

La liturgia de este domingo, nos hace ver que Jesús es la luz que quiere brillar en nosotros y en nuestro mundo, para ello, debemos dejar a un lado las divisiones y trabajar todos unidos por el proyecto del Reino de Dios.
              
La 1ª lectura del profeta Isaías es un canto de esperanza para el pueblo de Israel que está desalentado, dominado y desesperanzado.  Un pueblo que ha sido obligado a emigrar hacia la esclavitud, pero que regresa fortalecido y unido porque Dios está con este pueblo, porque Dios es la luz que los guía.
 
¡Cuántas veces, no hemos deseado que surja una gran luz que quite las tinieblas que se han apoderado de nuestro mundo!
 
Echando una mirada al mundo, nos encontramos con guerras, con egoísmos en el corazón de muchas personas, que sólo buscan la satisfacción de sus propios deseos e intereses, a costa de pisotear los derechos de los demás; cuántas desgracias hay actualmente en nuestro mundo, y muchas veces lo único que hacemos es quejarnos pero no somos capaces de manifestar una amor solidario por los que sufren.
 
Muchas personas viven una vida sin sentido y esto hace que perdamos las ilusiones, las esperanzas de cambiar nuestro futuro por uno más prometedor para todos.
 
En medio de todas estas angustias y tristezas, en medio de una vida que ha perdido el rumbo del amor, la alegría y la paz, el Señor se hace presente en medio de nosotros para iluminar nuestra vida y darle un sentido nuevo a nuestra existencia, para hacernos solidarios, para trabajar en la solución de los males que aquejan a nuestro mundo.  Sólo Dios es la luz que nos puede guiar a mejorar nuestra situación, a mejorar nuestro mundo.
 
La 2ª lectura de San Pablo a los Corintios es una exhortación a eliminar las divisiones dentro de la comunidad cristiana. 
 
San Pablo pide, en nombre de Jesucristo, que nos pongamos de acuerdo y no andemos divididos.  Es lamentable las discordias y las divisiones dentro de una comunidad porque le damos más importancia a los servidores del Evangelio que al Evangelio mismo.
 
Por eso, hay que preguntarnos: ¿Qué es más importante para mí, el mensajero o el mensaje del Señor? Hay personas que vienen a la Iglesia no a escuchar el mensaje de Cristo, sino a ver a la persona que presenta el mensaje del Señor; hay personas que no les importa el mensaje del Señor, sino que son seguidoras, no del Señor, sino del que presenta el mensaje.
 
No podemos seguir a nadie, a ninguna persona, sino sólo a Jesús, sólo el Señor es quien tiene que ser nuestro guía y maestro.  No puede ser que vengamos a la Iglesia por simpatía o no con las personas que nos presentan el mensaje del señor.
 
Como miembros del Cuerpo de Cristo, nuestra unión es la cruz de Cristo.  Tenemos que ser personas que hagan equipo con todos, que seamos lazos de unión.  Hemos de buscar siempre la unidad, hemos de seguir a Cristo y hemos de ser de Cristo y de nadie más.
 
El Evangelio de san Mateo nos presenta el programa de lo que va a ser la misión de Jesús.
 
Jesús comienza su vida pública y viene a implantar el Reino de Dios, pero Jesús no quiere trabajar sólo, busca y llama colaboradores.  Los escoge de entre la gente del pueblo.  Los llama uno a uno, para colaborar en su misión y convivir con Él.
 
Jesús también hoy, busca personas que quieran colaborar con Él, en su misión, que lo sigan.  Cuántas veces no nos habrán invitado a colaborar en algún apostolado en la Iglesia y, ¿Cuál ha sido nuestra respuesta?  ¿Cuántos se desentienden de la llamada que el Señor les hace?  ¿Cuántos hacen oídos sordos a la llamada del Señor?
 
Ser cristiano no es sólo venir a misa y escuchar la Palabra de Dios cada domingo.  Para eso no envió Dios a su Hijo al mundo.  Nuestra misión de cristianos requiere algo más.  El domingo venimos a misa para reunirnos como comunidad cristiana y encontrarnos con el Señor que nos da su luz y su fuerza para vivir el resto de la semana.  Por eso, hemos de interiorizar el mensaje que el Señor nos da y hacerlo vida el resto de la semana. 
 
Vosotros vivís  en el mundo, tenéis familia, un trabajo o estudiáis, negocios, amigos, vecinos, etc., Dios quiere estar presente en todos esos lugares.  El Reino de Dios ha de llegar a todos esos lugares, Jesús nos llama hoy a dar en todas partes nuestro testimonio, a manifestar que somos cristianos, que tenemos un estilo de vida, esto es seguir a Jesús.
 
Jesús llamó a Pedro, Juan, Mateo, pero también te llama a ti, porque todos necesitan de Dios.  ¿Por qué nos cuesta tanto responder al llamado del Señor?
 
Hoy Jesús nos invitaba también a la conversión.  Hay que convertirse.  Jesús sigue presente en nuestra vida, a pesar de nuestros pecados, Él es la gran luz que ilumina nuestra vida, dejémonos iluminar por Él y seamos también nosotros luz en este mundo en que vivimos.
 

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