lunes, 24 de abril de 2023

 

IV DOMINO DE PASCUA (CICLO A)


En este 4° domingo de Pascua la Iglesia celebra el domingo de Cristo el Buen Pastor y la única puerta para llegar a Dios.

La 1ª lectura, del libro de los Hechos de los Apóstoles, vemos a Pedro predicando a Cristo resucitado como enviado por Dios para la salvación de todos los hombres.

Al oír a Pedro, sus oyentes preguntan: “¿Qué tenemos que hacer, hermanos?”

Nosotros también debemos hacernos esta pregunta.  Hacerse esta pregunta es ponerse en actitud de tomar conciencia de que vamos muchas veces en la vida por caminos equivocados; que tomamos ciertas opciones, comportamientos y valores que no son los que nos propone Cristo, ni son auténticamente cristianos.  Hacernos esta pregunta es reconocer que ponemos nuestras seguridades y certezas en cosas equivocadas y que lo que debemos hacer es aceptar el desafío de Dios, la propuesta que Dios tiene para nuestra vida.

Hemos de aceptar nuestras limitaciones, buscar humildemente el camino verdadero y no tener una actitud prepotente de pensar que nunca me equivoco o no poner en duda nunca nuestras acciones.

Pedro pedía conversión a los que lo escuchaban.  Convertirse es optar por Jesús y aprender de Él a amar, a servir, a dar la vida.

Hemos de preguntarnos hoy qué es lo que en mi vida más necesita ser cambiando, qué ideas, valores, comportamientos, etc., necesito cambiar para acomodar mi vida a los ideales cristianos.  Hemos de realizar en nuestra vida una verdadera conversión a Jesús resucitado y su Evangelio.

La 2ª lectura de la primera carta de San Pedro nos dice que Cristo nos ha dejado un ejemplo para que sigamos sus huellas y aceptemos el sufrimiento.

Siempre, tarde o temprano, aparece en la vida del hombre el tema del sufrimiento físico o psíquico y, ante ese mal surge la angustiosa pregunta: ¿Qué sentido tiene el sufrir injustamente? Cristo no intentó darnos unas enseñanzas sobre el mal en sus diversas formas, sino que lo asumió, Él inocente, hasta morir una muerte de cruz.

Cuando nuestras fuerzas flaqueen, ante el sufrimiento personal o de nuestros hermanos, miremos la “cruz” y allí encontraremos la respuesta. Amemos la cruz, y en ella tendrás la experiencia suave y dolorosa de poder compartir tu sufrimiento y el de tus hermanos con el de Cristo.

El evangelio de San Juan,  nos presentaba a Cristo como el Buen Pastor.

Evidentemente, no solamente nosotros los sacerdotes somos pastores. También los padres de familia han de ser los pastores de cada uno de los que integran su familia. Y allí es donde necesitamos también buenos pastores.

Las familias son la base de las comunidades. Las familias son los semilleros de las vocaciones. Si las familias viven y actúan de acuerdo al corazón de Cristo, nuestras comunidades serán verdaderamente cristianas. 

Las autoridades también son pastores de la comunidad. Por eso es necesario que actúen como Cristo, buscando el bien de todos. Tristemente, muchas personas que tienen puestos de autoridad lo único que buscan es su propio beneficio y se olvidan del bien de los más pobres y necesitados.

Hay muchas autoridades que no buscan el bien de las comunidades ni tienen actitud de servicio. Son simplemente bandidos.

Da mucha tristeza ver que muchos solamente buscan enriquecerse utilizando los recursos públicos para sí mismos. Son malos pastores a los que Dios pedirá cuentas de su administración.

Ojalá podamos tener autoridades que actúen con rectitud de conciencia y con honestidad.

Son pastores también los maestros, quienes tienen en sus manos la formación de las nuevas generaciones. Porque no se trata solamente de llenar las cabezas de conocimientos, sino de formar a personas enteras, haciendo que cada uno desarrolle los dones que ha recibido de Dios.

Ojalá que podamos ver de nuevo a aquellos maestros que realmente tenían vocación de maestros y que eran un vivo ejemplo para sus alumnos. La vocación magisterial debe acercar a los maestros a Cristo que también fue llamado “Maestro” y que se presentó a sí mismo como el Buen Pastor.

Ojalá que Jesús el Buen Pastor nos ayude a todos los que de una manera o de otra tenemos la misión de ser pastores en la comunidad. Ojalá que desempeñemos con fidelidad la misión que se nos ha encomendado

Y ojalá también que todos los que somos ovejas, sepamos escuchar la voz de los buenos pastores, para que podamos seguir el camino que nos lleva al encuentro de Cristo que es el Pastor de los Pastores y el modelo que todos nosotros debemos imitar.

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