martes, 20 de noviembre de 2018

JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO
 
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JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO
 
Hoy es el último domingo del año litúrgico.  El próximo domingo empezaremos un nuevo año litúrgico con el tiempo de Adviento.  Y para terminar el presente año, lo hacemos con una fiesta especial con la solemnidad de nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo.
 

La fiesta de hoy es como un resumen del año, un resumen de todo lo que hemos celebrado y vivido los cristianos durante todo el año.
 

La 1ª lectura del profeta Daniel, anuncia que Dios va a intervenir en el mundo, para eliminar la crueldad, la ambición, la violencia, la opresión que marcan la historia de los reinos humanos. 
 

Los reinos construidos por los hombres se basan, muchas veces, en el poder y son generadores de explotación, de miseria, de violencia.   Ante este panorama hay que preguntarse: ¿la humanidad estará condenada a vivir bajo el dominio de la injusticia y de la opresión?  ¿Nos llegaremos a liberar algún día de esta cultura de muerte?
 

El profeta Daniel nos dice que el reino del mal no será eterno y que Dios intervendrá en la historia para destruir las fuerzas de muerte que impiden al hombre alcanzar la libertad, la paz y una vida plena.
 
En una época en la que los imperialismos, los fundamentalismos, la ceguera de algunos líderes de las naciones poderosas, multiplican el sufrimiento de tantos hombres y mujeres, el profeta Daniel nos invita a la esperanza y a la confianza: Dios no abandona a su Pueblo y sabrá derrumbar a todos los poderes humanos que impiden la realización plena del hombre.

 
La 2ª lectura del libro del Apocalipsis, nos presenta a Jesús como el principio y el fin de todas las cosas. 
 
Nuestra vida no es un camino sin salida, no estamos destinados al fracaso, sino que nuestra vida está destinada a formar parte de ese reino nuevo de vida y de paz que Jesús vino a anunciar y a ofrecer a todos los hombres.
 

Como creyentes estamos invitados a ver a Jesús como el centro de la historia y a poner a Jesús como el eje fundamental alrededor del cual tenemos que construir nuestra existencia y nuestro mundo.

El Evangelio de san Juan, nos presenta a Jesús asumiendo su condición de rey frente a Pilato.
 
El siglo XXI están marcado por una profunda crisis de liderazgo mundial. Los grandes líderes de las naciones son, frecuentemente, hombres con una visión muy limitada del mundo, que no se preocupan por el bien de la humanidad y que, dirigen sus políticas de acuerdo con ambiciones personales o intereses particulares. Nos sentimos, a veces, perdidos e impotentes, arrastrados hacia un agujero sin salida por líderes mediocres, prepotentes e incapaces de saber gobernar para el bien de la humanidad.
Sin embargo, esta realidad, no debe llevarnos al desánimo porque sabemos que Cristo es nuestro Rey, que Él preside la historia y que, a pesar de los fallos de los hombres, Él continúa caminando con nosotros y señalándonos por dónde debemos ir para alcanzar la salvación y la vida.
 
Jesús, nuestro Rey, se presenta a los hombres sin ninguna ambición de poder o riqueza, sin el apoyo de grupos de presión que marcan los valores y la moda, sin ningún compromiso con multinacionales.  Ante los hombres, Jesús se presenta sólo, indefenso, armado únicamente con la fuerza del amor y de la verdad.
 
Como Jesús, también nosotros tenemos la misión de luchar, no con la fuerza del odio y de las armas, sino con la fuerza del amor contra todas las fuerzas de explotación, de injusticia y de muerte que reinan hoy en nuestro mundo.
 
Hoy también Jesús decía: “Mi reino no es de este mundo”.  Esta afirmación de Jesucristo, ante Pilato, corre el peligro de ser mal entendida, haciendo de Cristo y de su Reino algo ajeno al mundo.  Por ello, encontramos a personas que piensan que Cristo y el cristianismo tienen que estar ajenos a lo que pasa en el mundo, a lo que pasa a los seres humanos, a sus hijos.  Estas personas se olvidan de que “Dios amó tanto a este mundo que le entregó a su Hijo”.  No podemos pues, entregarnos a Cristo, comprometernos con Cristo y no estar comprometidos con todos los asuntos de este mundo.
 
La fe no es algo privado y no podemos decirle a la gente que busquen la felicidad solamente allá en el cielo, después de la muerte, y que nos olvidemos de esta tierra.
 
Jesús es un rey que “ha venido a este mundo” a instaurar un reino de amor y de justicia, un reino que debe crecer en medio de los hombres, sus vidas e instituciones, sus luchas y sus problemas.  No podemos crear pues, un cristianismo ajeno a los problemas de los hombres, angustias y dolores de los hombres.
 
Hoy es un día especial para que renovemos nuestra adhesión al Señor, diciéndole que lo aceptamos como Rey y Señor de nuestras vidas, que queremos caminar un año más con Él, de su mano, con confianza de que Él nos protege, nos cuida y nos guía por el camino que conduce al Padre.
 
 
 
 
 

 
 
 
 
 

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