XVI DOMINGO ORDINACIO (CICLO C)
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XVI DOMINGO ORDINACIO (CICLO C)
Las lecturas de este Domingo nos invitan a
reflexionar sobre la hospitalidad y a vivir nuestra relación con Dios desde
la oración y el trabajo.
Se ha perdido en nuestro tiempo un valor
que era fundamental para nuestros padres. Ahora hay más desconfianza ante el
desconocido o forastero, más desconfianza ante aquél que no es de los
nuestros: solemos
cerrar la puerta de nuestras casas; desconfiamos del desconocido que se acerca
a nuestra puerta, limitamos nuestra comunicación con los demás, nos encerramos
en nuestra casa o en nosotros en vez de salir al encuentro del que viene. Quizá esto es debido a la sensación que tenemos que no nos falta
de nada, y llegamos a la conclusión de
que no necesitamos a los demás.
Pensamos que cada cual se las debe arreglar como pueda, cada uno que
solucione sus problemas, pues no es nuestro problema. No nos damos cuenta de
que acoger a los demás enriquece nuestra vida, nos abre nuevos horizontes, nos
hace sentir el gozo de la fraternidad y nos ayuda a encontrarnos con nosotros
mismos y con Dios.
Sin
embargo, la hospitalidad sigue siendo una gran virtud y una gran necesidad en
nuestro mundo. El acoger al hombre es dar acogida a Dios en nuestra vida.
En la 2ª lectura de san
Pablo a los Colosenses, san
Pablo nos ha explicado los grandes bienes que le han sido dados como
consecuencia de haber recibido a Jesús con fe y amor.
Nos
decía San Pablo que hay que corregir y enseñar para que todos lleguen a la
madurez en la vida cristiana. ¿Cuándo se puede decir que un cristiano es
maduro? Las lecturas nos vienen a decir cuando uno acepta y acoge la
Palabra de Dios y la cumple, cuando uno acepta la voluntad de Dios en su vida.
Normalmente queremos que Dios haga lo que nosotros queremos y no nos damos
cuenta que lo que tenemos que hacer es ponernos en sus manos, para que se haga
su voluntad, que es nuestra felicidad.
El Evangelio de san
Lucas
nos ha presentado el episodio de Marta y María.
Muchas veces se ha caracterizado a nuestra época como
una época de cambio, de movimiento, de ruido y de banalidad. Vivimos tan de
prisa y nos llenamos de tantas cosas que al final nos quedamos vacíos.
La imagen de Jesús compartiendo familiarmente con los
amigos, dialogando, proponiendo y dejando espacios de comunicación tendría que
ser para nosotros un fuerte reclamo a las prisas, los ruidos, las carreras y el
activismo que a toda hora nos come y nos quita tiempo.
Parecería que le tenemos miedo al silencio, a la contemplación y a la reflexión. Las
palabras de Jesús a Marta son palabras también para nosotros: “Marta, Marta,
andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria”. Lo que Jesús le
dice a Marta no es que esté equivocada al hacer sus quehaceres, sino en la
forma de hacerlos y en querer que María también se ponga en actividad
frenética.
El caso de Marta y María es
aprovechado por San Lucas para resaltar el valor
de la escucha de la Palabra de Dios. Para conocer y
amar a Jesús tiene que haber un
encuentro y para el encuentro se requiere silencio, apertura y espacios.
Hoy en día vemos cómo las personas pueden durar horas
hablando por Internet, teléfono, o Chat, pero son incapaces de comenzar una
conversación a corazón abierto, frente a frente, con el hermano, el amigo, la
mamá o el vecino, o con Dios. Tenemos miedo
al encuentro porque todo encuentro, para bien o para mal, tiene sus
consecuencias. Todos debemos confesar que en nuestra vida hemos encontrado
personas que nos han marcado íntimamente.
Hoy Cristo nos invita a un encuentro con Él. Y lo primero que exige Jesús para un
encuentro es saber escuchar su palabra.
Es necesario no sólo escuchar a Jesús sino también a los
otros. Es necesario aprender a escuchar
a los demás en el trabajo, en la escuela, en los grupos, a los pobres. A veces hacemos y hacemos, pero no lo que
los otros esperan de nosotros. A veces nos deshacemos en actividad pero no la
importante, no la que quiere Jesús.
Que hoy podamos escuchar la Palabra de Jesús para
después expresarla en el verdadero servicio a los hermanos.
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