lunes, 5 de junio de 2023

 

CORPUS CHRISTI (CICLO A)


Hoy estamos celebrando la solemnidad del Corpus Christi. Celebramos el gran regalo que Cristo nos dejó al quedarse entre nosotros en el Santísimo Sacramento del Altar.

La Eucaristía es, en primer lugar, el sacramento de la presencia de Cristo entre nosotros. Cristo se ha quedado para siempre con nosotros. No nos ha dejado solos. Aquí está día y noche bajo las especies del Pan y del Vino.

En la Eucaristía, Cristo se ofrece constantemente en sacrificio por nosotros y por nuestra salvación. Cada vez que ofrecemos la Eucaristía hacemos presente entre nosotros su entrega en la cruz. Por eso es tan importante la celebración de la Eucaristía.

No se trata simplemente de una ceremonia piadosa. No se trata de un acto de culto. Es el sacrificio de Cristo que se actualiza entre nosotros para que tengamos vida y la tengamos en abundancia.

Y no solamente se ofrece Cristo en Sacrificio, sino que además ha querido darse a nosotros como alimento. Nos invita a alimentarnos de su cuerpo y de su sangre. Por eso, se nos da como alimento para sostenernos en el camino de la vida, para que no vayamos a desfallecer.

El Evangelio de hoy nos dice que Jesús es el pan vivo que ha bajado del cielo, pan que da la vida eterna, no como el maná, que lo comieron y murieron. El cuerpo de Cristo es alimento para la vida presente y para la vida eterna.

Un cristiano no puede vivir sin Eucaristía, sin comulgar el Cuerpo de Cristo. ¡Cuántos cristianos hay que pretenden vivir su fe por libre sin celebrar la Eucaristía con la comunidad! ¡Cuántos cristianos hay que, celebrando la Eucaristía, no se atreven a comulgar porque tienen conciencia de estar alejados de Dios por el pecado, pero no se acercan al sacramento de la penitencia! No se puede ser cristiano sin celebrar la Eucaristía.

Así como necesitamos el alimento material para vivir, así también necesitamos el alimento espiritual que es el Cuerpo y la Sangre de Cristo para conservar y hacer crecer la Gracia que recibimos en el bautismo.  No puede uno vivir como cristiano y no alimentarse del Pan de la Vida en la Eucaristía.  Como tampoco puede haber una comunidad cristiana auténtica si no tiene como sustento la celebración de la Eucaristía.

La Eucaristía es el centro de la vida cristiana porque es Cristo mismo que se hace presente en medio de nosotros. No es una imagen, ni un recuerdo, ni un  signo de su persona. Es Cristo que realmente está presente en el Santísimo Sacramento del Altar. 

Por eso es que la Eucaristía es nuestro gran tesoro. Pero nosotros muchas veces no lo hemos sabido apreciar.  

La Eucaristía es la presencia del mejor amigo que nosotros podemos tener. Es la presencia de Cristo.  Es el memorial de su Pasión, porque cada vez que nosotros celebramos la Eucaristía, el único sacrificio de Cristo se hace realmente presente en medio de nosotros. Y es nuestro alimento. Cristo nos une íntimamente a Él. Nos hace un solo cuerpo con Él. Es la unión más profunda que podemos tener con Aquel que nos ama infinitamente. 

Sólo unidos a Cristo es como podemos encontrar las fuerzas que necesitamos para perseverar en el camino de nuestra vida cristiana sin desfallecer. 

Todos sabemos por experiencia que vivir la vida cristiana, no es nada fácil ni sencillo. Tenemos que luchar en contra del mal y del pecado. Tenemos que luchar en contra de las tentaciones. Tenemos que luchar en contra de los desánimos y desalientos. Tenemos que ir creciendo en gracia y santidad.  

Cristo ya nos conoce, por eso quiso unirse a nosotros de tal manera que con su misma fuerza podamos ir creciendo en la vida divina que recibimos en el bautismo.

Además, la Eucaristía no solamente nos une íntimamente a Cristo, sino que es el alimento que nos une a todos aquellos  que lo comen. Nos une a los cristianos para que formemos un solo cuerpo: el Cuerpo de Cristo. 

Por eso es que la Eucaristía es el Sacramento del amor. Solamente alimentándonos del cuerpo y de la sangre de Cristo es como podemos ir creciendo en la vida de los hijos de Dios. 

Aprovechemos cada vez más y mejor este alimento que se nos ofrece. Para eso es necesario que nos preparemos bien para recibir la Sagrada Comunión. No se trata solamente de comulgar o de comulgar por rutina, sino de participar digna y conscientemente. 

Para ayudarnos a recibir dignamente el Sacramento de la Eucaristía la Iglesia nos enseña que hemos de estar en gracia de Dios; que hemos de ser conscientes de que vamos a recibir al mismo Cristo; y que hemos de tener libre el corazón de odios y resentimientos contra nuestro prójimo. 

Ojalá que esta Celebración avive en nosotros el amor y el cariño hacia Cristo en el Santísimo Sacramento del altar. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario