IV DOMINGO
DE PASCUA (CICLO B)
Celebramos hoy el IV
domingo de Pascua, llamado el domingo del Buen Pastor. El “Buen Pastor” es una imagen
literaria que emplea el mismo Jesucristo para referirse a sí mismo.La 1ª lectura, del Libro de los Hechos de los Apóstoles, nos presenta cómo Pedro, a causa de la curación de un paralítico tiene que comparecer ante las autoridades para dar explicaciones sobre los sucedido y Pedro aprovecha la oportunidad para decir tanto a las autoridades políticas y religiosas como a todo el pueblo que Jesús es el único Salvador, y no existe nadie más fuera de Él que pueda salvarnos. Sólo Cristo puede salvarnos.
No nos dejemos engañar por otras personas, por otros caminos, por otras ideologías que nos presentan propuestas falsas de salvación.
A veces el camino que
Jesús nos señala para alcanzar la salvación entra en contradicción con
los caminos de salvación que nos proponen los líderes políticos, los líderes de
la moda o de la opinión pública; y hay que elegir: o somos coherentes con
nuestra fe y con nuestros compromisos cristianos u optamos por esos caminos
falsos de salvación que nos propone el mundo. Pero no olvidemos que el camino que nos
propone Jesús es el único camino que nos conduce al encuentro con Dios y
a gozar en plenitud de una vida plena y definitiva.
Pareciera que no
siempre la humanidad ha sabido bien elegir el camino y esto se nota en que
nuestra sociedad, aunque se dice cristiana, eso no nos ha impedido el recurso a
las armas para solucionar los problemas, los genocidios, es decir, la matanza
de personas por el simple hecho de que son diferentes, el terrorismo, las
guerras religiosas, el capitalismo salvaje, etc.
Los criterios que nos
rigen para empezar un negocio, para hacer algo importante en nuestra vida, o
para edificar nuestra sociedad, esos criterios están muchas veces demasiado
lejos de los valores del Evangelio.
Y no olvidemos que Cristo debe ser siempre la piedra angular
sobre la cual construimos nuestra vida y nuestra sociedad. No nos olvidemos de que todo hemos de hacerlo
en nombre de Jesucristo.
La 2ª lectura, de la
primera carta de san Juan, nos recuerda que Dios nos ama con un amor sin
límites y por eso somos hijos de Dios.
Ser hijos de Dios significa que todos los hombres tenemos la misma “categoría”,
el derecho al mismo respeto y podemos exigir ser tratados todos de la misma
manera porque nadie es más hijo de Dios que otro, todos podemos decir: “¡soy
hijo de Dios!”
¿Cómo debemos responder
los hijos de Dios al amor que Él nos tiene?
El hijo de Dios es aquel que responde al amor de Dios viviendo coherentemente
su fe, esto quiere decir, respetando y cumpliendo los mandamientos de Dios;
viviendo el amor al prójimo, a ejemplo de Jesucristo.
Vivir como hijos de
Dios implica que muchas veces hemos de tomar opciones y hay que desechar
aquellas opciones que están en contradicción con los valores de Dios aunque
esto suponga que nos desprecien, se rían o no nos tomen en cuenta. No olvidemos que Jesús también fue rechazado
por eso mismo. Los cristianos no
debemos tener miedo de ser coherentes con nuestra fe.
El Evangelio de san
Juan,
nos muestra a Jesús como el Buen Pastor.
Él no es sólo un pastor, sino el verdadero y auténtico Pastor, el único
líder capaz de orientar y dar verdadera vida a los hombres.
Hoy en día, la
publicidad y los medios de comunicación social nos imponen el tipo y la marca
de pantalones que hay que vestir, la bebida que debemos tomar, la canción que
debemos cantar. Nos imponen costumbres,
ideas, valores, estilo de vida, etc. Los
resultados: personas que viven “según la moda” y que no actúan por propia
iniciativa. Hombres y mujeres que
creen ser felices teniendo aquellos objetos, ideas y conductas que se les
imponen desde fuera. No es fácil ser
libre ante tanta presión y terminamos perdiendo nuestra personalidad y la
sustituimos por la personalidad que nos imponen.
Ante tanta presión,
corremos el riesgo de no escuchar nuestra voz interior y sentirnos solos. Es triste ver a tantas personas esforzándose
por vivir un estilo de vida impuesto desde fuera porque creen que eso les da
bienestar y felicidad.
Estamos sustituyendo la
oración por la televisión, el silencio interior por el ruido, la escucha del
Evangelio por el periódico, actuar según nuestra conciencia por la sumisión
ciega a la moda. Así, que difícil es que
escuchemos la voz del Buen Pastor que nos quiere orientar y ayudar a vivir una
vida plena.
Nosotros como
cristianos creemos que sólo Jesús puede ser nuestro único guía. Sólo desde Él podemos aprender a vivir,
porque Él es nuestro Buen Pastor.