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martes, 17 de abril de 2018


IV DOMINGO DE PASCUA (CICLO B)
Celebramos hoy el IV domingo de Pascua, llamado el domingo del Buen Pastor. El “Buen Pastor” es una imagen literaria que emplea el mismo Jesucristo para referirse a sí mismo.

La 1ª lectura, del Libro de los Hechos de los Apóstoles, nos presenta cómo Pedro, a causa de la curación de un paralítico tiene que comparecer ante las autoridades para dar explicaciones sobre los sucedido y Pedro aprovecha la oportunidad para decir tanto a las autoridades políticas y religiosas como a todo el pueblo que Jesús es el único Salvador, y no existe nadie más fuera de Él que pueda salvarnos.  Sólo Cristo puede salvarnos.

No nos dejemos engañar por otras personas, por otros caminos, por otras ideologías que nos presentan propuestas falsas de salvación.  
A veces el camino que Jesús nos señala para alcanzar la salvación entra en contradicción con los caminos de salvación que nos proponen los líderes políticos, los líderes de la moda o de la opinión pública; y hay que elegir: o somos coherentes con nuestra fe y con nuestros compromisos cristianos u optamos por esos caminos falsos de salvación que nos propone el mundo.  Pero no olvidemos que el camino que nos propone Jesús es el único camino que nos conduce al encuentro con Dios y a gozar en plenitud de una vida plena y definitiva.
Pareciera que no siempre la humanidad ha sabido bien elegir el camino y esto se nota en que nuestra sociedad, aunque se dice cristiana, eso no nos ha impedido el recurso a las armas para solucionar los problemas, los genocidios, es decir, la matanza de personas por el simple hecho de que son diferentes, el terrorismo, las guerras religiosas, el capitalismo salvaje, etc. 
Los criterios que nos rigen para empezar un negocio, para hacer algo importante en nuestra vida, o para edificar nuestra sociedad, esos criterios están muchas veces demasiado lejos de los valores del Evangelio.  Y no olvidemos que Cristo debe ser siempre la piedra angular sobre la cual construimos nuestra vida y nuestra sociedad.  No nos olvidemos de que todo hemos de hacerlo en nombre de Jesucristo.
La 2ª lectura, de la primera carta de san Juan, nos recuerda que Dios nos ama con un amor sin límites y por eso somos hijos de Dios.  Ser hijos de Dios significa que todos los hombres tenemos la misma “categoría”, el derecho al mismo respeto y podemos exigir ser tratados todos de la misma manera porque nadie es más hijo de Dios que otro, todos podemos decir: “¡soy hijo de Dios!”
¿Cómo debemos responder los hijos de Dios al amor que Él nos tiene?  El hijo de Dios es aquel que responde al amor de Dios viviendo coherentemente su fe, esto quiere decir, respetando y cumpliendo los mandamientos de Dios; viviendo el amor al prójimo, a ejemplo de Jesucristo.
Vivir como hijos de Dios implica que muchas veces hemos de tomar opciones y hay que desechar aquellas opciones que están en contradicción con los valores de Dios aunque esto suponga que nos desprecien, se rían o no nos tomen en cuenta.  No olvidemos que Jesús también fue rechazado por eso mismo.  Los cristianos no debemos tener miedo de ser coherentes con nuestra fe.
El Evangelio de san Juan, nos muestra a Jesús como el Buen Pastor.  Él no es sólo un pastor, sino el verdadero y auténtico Pastor, el único líder capaz de orientar y dar verdadera vida a los hombres.
Hoy en día, la publicidad y los medios de comunicación social nos imponen el tipo y la marca de pantalones que hay que vestir, la bebida que debemos tomar, la canción que debemos cantar.  Nos imponen costumbres, ideas, valores, estilo de vida, etc.  Los resultados: personas que viven “según la moda” y que no actúan por propia iniciativa.  Hombres y mujeres que creen ser felices teniendo aquellos objetos, ideas y conductas que se les imponen desde fuera.  No es fácil ser libre ante tanta presión y terminamos perdiendo nuestra personalidad y la sustituimos por la personalidad que nos imponen.
Ante tanta presión, corremos el riesgo de no escuchar nuestra voz interior y sentirnos solos.  Es triste ver a tantas personas esforzándose por vivir un estilo de vida impuesto desde fuera porque creen que eso les da bienestar y felicidad.
Estamos sustituyendo la oración por la televisión, el silencio interior por el ruido, la escucha del Evangelio por el periódico, actuar según nuestra conciencia por la sumisión ciega a la moda.  Así, que difícil es que escuchemos la voz del Buen Pastor que nos quiere orientar y ayudar a vivir una vida plena.
Nosotros como cristianos creemos que sólo Jesús puede ser nuestro único guía.  Sólo desde Él podemos aprender a vivir, porque Él es nuestro Buen Pastor.

IV DOMINGO DE PASCUA (CICLO B)

 
MONICION DE ENTRADA:

Semana tras semana, en este tiempo pascual, vamos contemplando cómo Jesucristo resucitado está presente entre nosotros.

La celebración de este cuarto domingo de Pascua centra nuestra atención en Jesucristo como Buen Pastor que nos conoce, que nos guía, que da su vida por nosotros.

Él es el centro de nuestra vida, nos acompaña siempre.  Dispongámonos, pues, a escuchar su palabra y a celebrar la Eucaristía, momento privilegiado de su presencia en la Iglesia y en el mundo.
 

MONICION A LA PRIMERA LECTURA:

No debe haber mayor satisfacción para el cristiano que ser interrogado sobre su fe.  Su respuesta, como la del apóstol Pedro, debe ser serena: “Creo en el nombre de Jesús”.  Lo demás... o sobra o repite lo mismo.
 

MONICION A LA SEGUNDA LECTURA:

“Ver a Dios” es deseo de muchos creyentes, cuya inquietud registra la Escritura.  La Primera carta de Juan lo aclara bien: lo fundamental es ser hijos de Dios; el asemejarnos a Él y verlo de cerca vendrá después.
 

ANTES DEL ALELUYA:

Usando la imagen del pastor que conoce a su rebaño, Jesús habla de la relación que lo une a sus seguidores.  Tal conocimiento no es simple esfuerzo mental, sino una manera de amar y estar cercano a quien se ama.
 

Oración universal: Oremos a Jesús resucitado, nuestro pastor y guía.

Responderán diciendo: Jesús resucitado, escúchanos.

 
-Para que la Iglesia sea luz de vida y de esperanza para todos los hombres.  Oremos.

-Para que la Buena Noticia del Evangelio alcance a todos los rincones de la tierra. Oremos.

-Para que aumenten entre nosotros las vocaciones sacerdotales y religiosas.  Oremos.

-Para que los maestros y educadores realicen su tarea con acierto y dedicación.  Oremos.

-Para que todos los hombres y mujeres de buena voluntad trabajemos para lograr una más justa distribución de la riqueza.  Oremos.

-Por todos los que sufren: enfermos, solos, moribundos, afligidos, para que sepan que hay un Pastor que vela por ellos y nunca los va a abandonar. Oremos.

 
Escucha, Jesús resucitado, nuestra oración y derrama sobre nosotros tu Espíritu Santo.  Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.