III DOMINGO ORDINARIO (CICLO C)
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III DOMINGO ORDINARIO (CICLO C)
Las lecturas que
acabamos de proclamar nos hablan hoy de la importancia que debe tener la
Palabra de Dios en nuestra vida. La
Palabra de Dios que proclamamos cada domingo no es sólo para escucharla sino
para hacerla vida.
La 1ª lectura de Nehemías nos dice cómo el
pueblo de Israel había perdido el libro de la Palabra de Dios. Cuando el Libro fue encontrado, se reunió el
Pueblo, escuchó la Palabra de Dios, y se
emocionaron ante la lectura y los comentarios a la Palabra de Dios que hacía el
sacerdote Esdras.
La Palabra de Dios es la fuente de comunicación
de Dios con nosotros. Cuando se proclama la Palabra de Dios hemos
de estar atentos, escuchándola, para recibir lo que Dios quiere
comunicarnos y no estar distraídos o con falta de interés por llegar al
principio de la Misa donde se proclama esa Palabra de Dios.
Hay que estudiar y conocer la Biblia para que la Palabra
contenida en ella se convierta en norma de conducta en nuestra vida, y
hay que venerar la Biblia para darnos cuenta que en ella está contenida la
mismísima voz de Dios, que se hace presente en su lectura y proclamación.
Nosotros, como cristianos, no podemos dejar de
conocer las Sagradas Escrituras, no podemos no estudiarla, no podemos no rezar
con ella, no podemos ignorarla, porque las Sagradas Escrituras son la
norma de nuestro comportamiento. Quien
no conoce las Escrituras no puede decir que conoce a Dios.
Hay muchas personas que no conocen la Palabra
de Dios, para otros la Biblia es sólo un libro más para ocupar nuestras librerías. Su lectura no nos dice nada y, a veces, ni
nos interesa.
Dios habla, habla a través de la Biblia, habla
en la Misa. Por eso, quienes no vienen a
Misa se están perdiendo escuchar más intensa y eficazmente la Palabra de Dios.
Dios nos habla.
Hay que escucharlo con atención y poner en práctica lo que nos dice.
La 2ª lectura de San Pablo a los Corintios sigue insistiendo,
como el domingo pasado, en la unidad de la Iglesia y la comunicación y
solidaridad que debe existir entre todos los miembros que formamos la Iglesia.
Cuando hablamos de Iglesia, muchos la entienden
como el Papa, los obispos y los sacerdotes, sin embargo, la Iglesia somos todos
los bautizados. Al igual que en un
cuerpo humano, cada miembro tiene una función, así en la Iglesia todos y
cada uno tiene una función que desempeñar por muy pequeña que sea. En un
cuerpo toda parte es importante, pero cada una tiene su función. En la Iglesia
todos somos necesarios.
El Evangelio de San Lucas nos presenta en
resumen la misión de Jesús en este mundo.
La palabra Evangelio significa “Buena
Noticia”. Jesús es la “Buena
Noticia” porque Dios lo ha enviado para anunciar que es posible la libertad
para todos aquellos que se sienten esclavos del mal. Dios lo ha enviado para devolver a los ciegos
por el pesimismo y el cansancio la visión y la esperanza en un mundo nuevo y
mejor. Dios lo ha enviado para
ofrecernos su amor y su amistad. Esta es
la gran noticia que Dios nos ha dado.
A Dios no le agrada el sufrimiento, no le gusta
que en este mundo unos hombres hagan sufrir a otros.
No habremos entendido el mensaje de Jesús, si
no nos damos cuenta que habiendo riquezas en abundancia en este mundo y medios
para que todos tengan lo necesario para vivir con dignidad, haya tantas
personas olvidadas, injustamente tratados, viviendo en la miseria, sin tener lo
necesario para vivir una vida digna.
No podemos organizar nuestra vida como si estas
personas no existieran, como si este mundo no pudiera mejorar. Por ello, Jesús nos llama a quitar el
sufrimiento de los pobres. Ser pobre,
ser oprimido, no es bueno, va contra la dignidad de la persona humana.
Dicen los analistas mundiales que estamos viviendo,
a escala mundial, una falta de ética y solidaridad en los dirigentes mundiales
porque no hay avances en materia de justicia y cada día hay más personas que
pasan hambre y son analfabetas.
Vivimos rodeados de muchos a quienes importa
muy poco el sufrimiento de los demás.
Hagamos
hoy nosotros, como nuestro, el programa de Jesús y trabajemos por construir una
sociedad más justa y humana basada en las Palabras de Jesús.