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martes, 29 de octubre de 2019

 
                                   XXXI DOMINGO ORDINARIO (CICLO C)
 
La liturgia de este domingo nos invita a contemplar el amor de Dios.  Dios ama a todas las criaturas, porque todos encontramos en el amor de Dios nuestra razón de ser.
 
La 1ª lectura del libro de la Sabiduría nos presenta una reflexión sobre el mundo, sobre lo hombres, sobre la historia, todo ello desde la luz de la fe en Dios creador de todo lo que existe.
 
El mundo que Dios creó, lo creó bueno y todas las cosas buenas nos las regaló Dios a nosotros los hombres.  Sin embargo, existen cosas malas e injustas, que no proceden de Dios, sino que proceden del hombre.
 
Existe el mal porque los poderosos abusan del poder y cometen injusticias, porque saben que su poder es limitado.  El poderoso es injusto, porque ambiciona más poder, porque teme perder el poder, por codicia, porque no ama al prójimo, sino que se ama a sí mismo.
 
Dios, por el contrario, es un Dios lleno de bondad, de misericordia, que no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta.
 
Ante la gran misericordia de Dios, podemos tener diferentes posturas.  Hay personas que piensan: “Si Dios está dispuesto siempre a perdonarme, da lo mismo hacer el bien que el mal”.  Esto nos puede llevar a burlarnos del amor de Dios y por supuesto pensar así es un terrible pecado. 
 
Dios nos llama a corregir todas aquellas cosas que hacemos mal, nos invita a reconocer nuestros pecados y a cambiar nuestra mentalidad y nuestra forma de vivir.  Dios es grande, y espera siempre nuestra conversión para poder salvarnos.
 
La 2ª lectura de san Pablo a los Tesalonicenses nos da una serie de consejos para que no nos equivoquemos en la manera de seguir al Señor.
 
A lo largo de nuestra vida, es necesario estar atentos para saber discernir lo que es verdad de lo que es mentira, lo cierto de lo equivocado, lo que es de Dios y lo que es solamente palabra humana.  Hay personas que por buscar ser protagonistas, perturban y engañan a la gente, enseñando o predicando un evangelio distinto a que nos transmitió el Señor. 
 
El camino para descubrir lo cierto de lo equivocado está en la Palabra de Dios y en una vida de comunión y de intimidad con Dios en su Iglesia.
 
También, hoy, San Pablo, nos decía que hay problemas tanto sociales como personales y familiares que no están en nuestras manos resolverlos y por ello nos invita a la oración para pedir al Señor su ayuda y su solución.
 
El Evangelio de san Lucas nos ha presentado el episodio de Zaqueo.  Zaqueo era un publicano, cobrador de impuestos, que además de cobrar los impuestos, cobraba una comisión para él. Zaqueo se encuentra con el Señor, se convierte y devuelve lo que ha robado.
 
Búsqueda, encuentro y conversión.  Estos son los tres momentos por los que pasa Zaqueo y deben ser los tres momentos por los que nosotros también tenemos que pasar si realmente queremos convertirnos, si realmente queremos encontrar un sentido a nuestra vida.
 
La actitud de búsqueda, es una actitud que por desgracia no se da mucho entre las personas.
 
En el terreno religioso, nos hemos acostumbrado a cumplir con los ritos, una misa por mis difuntos, una misa para celebrar las bodas de plata o de oro, la misa dominical, el bautismo y la primera comunión para no ser menos que los demás.  Y así nos hemos acostumbrado a vivir con un cumplir, con un aparentar.  Viviendo superficialmente, sin plantearnos ni el sentido de lo que hacemos ni por qué lo hacemos.
 
Zaqueo se subió a la higuera para ver a Jesús.  Nosotros también tenemos que hacer un esfuerzo, empezando por interesarnos por lo que pasa a nuestro alrededor, cuestionar nuestra vida, preguntarnos por el sentido de lo que hacemos.  Intentar ser coherentes en todo lo que hacemos.  Como ciudadanos asumiendo nuestra responsabilidad en lo político, y si a los políticos les pedimos honradez, empecemos nosotros a ser honrados también.  Como empresarios y obreros, denunciemos las injusticias, pero cumpliendo también con honradez con nuestro contrato de trabajo, y como cristianos asumiendo nuestra responsabilidad en la Iglesia y siendo coherentes con nuestra fe.
 
Como Zaqueo, tampoco nosotros estamos contentos con nuestra vida, como Zaqueo también nosotros nos hemos aprovechado de los demás, y como Zaqueo nosotros también hemos oído hablar de Jesús y hemos de dejarlo que entre en nuestra casa, en nuestra vida para que la cambie por completo.
 
Por eso, hoy pidamos en esta Eucaristía que el Señor nos ayude a ponernos en actitud de búsqueda, a salir de nuestra comodidad y superficialidad, a dejar al Señor que entre en nuestro corazón, para que podamos encontrarnos con Él y seamos felices.