XXXI DOMINGO ORDINARIO (CICLO C)
La liturgia de este domingo nos invita a contemplar
el amor de Dios. Dios ama a todas
las criaturas, porque todos encontramos en el amor de Dios nuestra razón de
ser.
La 1ª lectura del libro de la Sabiduría nos presenta
una reflexión sobre el mundo, sobre lo hombres, sobre la historia, todo ello
desde la luz de la fe en Dios creador de todo lo que existe.
El mundo que Dios creó, lo creó bueno y todas las cosas buenas
nos las regaló Dios a nosotros los hombres.
Sin embargo, existen cosas malas e injustas, que no proceden de
Dios, sino que proceden del hombre.
Existe el mal porque los poderosos abusan del
poder y cometen injusticias, porque saben que su poder es limitado. El poderoso es injusto, porque ambiciona
más poder, porque teme perder el poder, por codicia, porque no ama al
prójimo, sino que se ama a sí mismo.
Dios, por el contrario, es un Dios lleno de
bondad, de misericordia, que no quiere la muerte del pecador, sino que se
convierta.
Ante la gran misericordia de Dios, podemos
tener diferentes posturas. Hay personas
que piensan: “Si Dios está dispuesto siempre a perdonarme, da lo mismo hacer
el bien que el mal”. Esto nos puede
llevar a burlarnos del amor de Dios y por supuesto pensar así es un terrible
pecado.
Dios nos llama a corregir todas aquellas cosas que hacemos mal, nos invita a
reconocer nuestros pecados y a cambiar nuestra mentalidad y nuestra forma de
vivir. Dios es grande, y espera siempre
nuestra conversión para poder salvarnos.
La 2ª lectura de san Pablo a los Tesalonicenses nos da una
serie de consejos para que no nos equivoquemos en la manera de seguir al Señor.
A lo largo de nuestra vida, es necesario estar
atentos para saber discernir lo que es verdad de lo que es mentira, lo cierto
de lo equivocado, lo que es de Dios y lo que es solamente palabra humana. Hay personas que por buscar ser
protagonistas, perturban y engañan a la gente, enseñando o predicando un
evangelio distinto a que nos transmitió el Señor.
El camino para descubrir lo cierto de lo
equivocado está en la Palabra de Dios y en una vida de comunión y de intimidad
con Dios en su Iglesia.
También, hoy, San Pablo, nos decía que hay
problemas tanto sociales como personales y familiares que no están en nuestras
manos resolverlos y por ello nos invita a la oración para pedir al Señor
su ayuda y su solución.
El Evangelio de san Lucas nos ha presentado el episodio de Zaqueo. Zaqueo era un publicano, cobrador de
impuestos, que además de cobrar los impuestos, cobraba una comisión para él.
Zaqueo se encuentra con el Señor, se convierte y devuelve lo que ha robado.
Búsqueda, encuentro y conversión. Estos son los tres momentos por los que pasa
Zaqueo y deben ser los tres momentos por los que nosotros también tenemos que
pasar si realmente queremos convertirnos, si realmente queremos encontrar un
sentido a nuestra vida.
La actitud de búsqueda, es una actitud que por
desgracia no se da mucho entre las personas.
En el terreno religioso, nos hemos
acostumbrado a cumplir con los ritos, una misa por mis difuntos, una misa
para celebrar las bodas de plata o de oro, la misa dominical, el bautismo y la
primera comunión para no ser menos que los demás. Y así nos hemos acostumbrado a vivir con
un cumplir, con un aparentar. Viviendo
superficialmente, sin plantearnos ni el sentido de lo que hacemos ni por
qué lo hacemos.
Zaqueo se subió a la higuera para ver a
Jesús. Nosotros también tenemos que
hacer un esfuerzo, empezando por interesarnos por lo que pasa a nuestro
alrededor, cuestionar nuestra vida, preguntarnos por el sentido de lo que
hacemos. Intentar ser coherentes en
todo lo que hacemos. Como ciudadanos
asumiendo nuestra responsabilidad en lo político, y si a los políticos les
pedimos honradez, empecemos nosotros a ser honrados también. Como empresarios y obreros, denunciemos las
injusticias, pero cumpliendo también con honradez con nuestro contrato de
trabajo, y como cristianos asumiendo nuestra responsabilidad en la Iglesia y
siendo coherentes con nuestra fe.
Como Zaqueo, tampoco nosotros estamos
contentos con nuestra vida, como Zaqueo también nosotros nos hemos
aprovechado de los demás, y como Zaqueo nosotros también hemos oído hablar de
Jesús y hemos de dejarlo que entre en nuestra casa, en nuestra vida para
que la cambie por completo.
Por eso, hoy pidamos en esta Eucaristía que el
Señor nos ayude a ponernos en actitud de búsqueda, a salir de nuestra
comodidad y superficialidad, a dejar al Señor que entre en nuestro corazón,
para que podamos encontrarnos con Él y seamos felices.