XXV DOMINGO ORDINACIO (CICLO C)
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XXV DOMINGO ORDINACIO (CICLO C)
Las
lecturas de este domingo son una llamada de atención a nuestra conciencia para
que aprendamos a poner tanto el dinero como los demás bienes materiales en
su justo lugar y que sepamos hacer de ellos un uso adecuado.
La 1ª lectura del profeta Amós es una denuncia contra
todas aquellas personas que sin ningún tipo de escrúpulos se enriquecen a costa
del pobre.
Una de las constantes en la historia de la
humanidad es que hay gente que engaña a los demás para su propio beneficio. La corrupción está, por desgracia, muy
presente en nuestro mundo. Hay gente que
cobra más de la cuenta; aumentan los precios; utilizan pesos con trampa.
Cuantas veces nos venden como bueno un producto que en realidad es malo.
Cuánta especulación no se hace con los
productos de primera necesidad. Pensemos
lo que sucede con los medicamentos, indispensables para combatir las
enfermedades y que son vendidos a precios que no los pueden comprar muchas
personas.
Pensemos también en todos esos productos
adulterados, que algunos comerciantes venden y que ponen en peligro la salud de
las personas.
Pensemos en los bancos, cuantas veces obtenemos
un crédito y cuánto dinero más hemos de pagar por ese crédito que nos han
dado. ¡Cuánta impunidad hay, porque
la explotación está legítimamente organizada!
Cuántas personas hay que pisotean al pobre, lo
compran por dinero y como hay necesidad de trabajar se explota al trabajador
con sueldos mínimos.
Pues Dios, nos dice hoy el profeta Amós, no
soporta la injusticia y la opresión. Dios no está del lado de los opresores, y
cualquier injusticia contra el prójimo es un crimen contra Dios.
La 2ª lectura de San Pablo a Timoteo nos recomienda que
recemos por todos los hombres, para que todos se salven.
Hay que rezar, pero no solamente rezar por
nosotros, por la solución de nuestros problemas, o rezar sólo por nuestra
familia, hay que rezar por todos: conocidos y desconocidos, amigos y enemigos,
buenos y malos. No es posible
rezar y al mismo tiempo, sentir odio, división, intolerancia.
Cuántos males existen hoy porque no rezamos
suficientemente; cuánto odio, envidia y divisiones porque no rezamos
suficientemente. Debemos orar por todos
como lo hacia Jesús.
El Evangelio de san Lucas terminaba diciendo: “No podéis servir a Dios y al dinero”.
El mundo en el que vivimos ha convertido al
dinero en un dios, y para algunos en el dios fundamental y todo lo demás deja
de tener importancia. Para ganar más
dinero, hay personas que trabajan doce o más horas al día, y prescinde de la
familia y de los amigos.
Por dinero, hay quien no le importa sacrificar
su vida y la de los demás y venden drogas y armas que matan. Por dinero, hay quien es injusto y explota a
sus trabajadores.
¿Qué seríamos capaces nosotros de hacer por
dinero?
Frente a servir al dinero, Jesús nos dice que
hay que servir a Dios. Servir a
Dios, consiste en pasar por la vida haciendo el bien a los demás.
Dios quiere que todas las personas tengamos lo
necesario para vivir con dignidad, el problema es que nuestra única meta en la
vida sea hacer dinero, acumular dinero, cuando hay quienes no tienen lo
suficiente para vivir con dignidad.
El vivir para hacer dinero es convertirse en
siervo, en esclavo del dinero y por lo tanto dejamos de ser servidores de
Dios.
No olvidemos que somos administradores de
los bienes que poseemos y que las riquezas deben servir para que todos
tengan lo necesario. Si somos
administradores, debemos usar los bienes que poseemos para cubrir las
necesidades de todos, no solamente nuestros deseos personales.
Es
imposible ser fiel a un Dios que es Padre de todos y vivir, al mismo tiempo,
sirviendo al dinero, esclavo del dinero y del propio interés. Sólo
hay una manera de vivir como hijo de Dios, es vivir como hermano de los demás.
El que vive al servicio de sus bienes, dinero e intereses, no podrá preocuparse
de sus hermanos y no podrá por tanto, vivir como hijo fiel de Dios.