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martes, 13 de marzo de 2018


V DOMINGO DE CUARESMA (CICLO B)

 

Estamos ya en el último domingo de Cuaresma y nos preparamos para vivir intensamente la Semana Santa, por ello hoy las lecturas nos hablan de todo lo que le va a suceder a Jesús en los próximos días: su entrega al proyecto de Dios, su Pasión, muerte y resurrección.

La 1ª lectura, del profeta Jeremías, es una llamada a la responsabilidad personal para poner de manifiesto que aunque cambien las cosas, Dios no cambia y mantiene su promesa de salvación.

Hemos de ser fieles a Dios y buscar siempre el bien común, hemos de estar siempre atentos a descubrir la voz de Dios; hemos de estar siempre con la mente y el corazón abiertos para encontrarnos con Dios tanto en la prosperidad como en la adversidad, en compañía o en soledad.

Para poder encontrarnos con Dios no es esencial obedecer leyes, no deberíamos de amar a Dios porque hay una ley, un mandamiento que nos lo manda, sino que hemos de amar a Dios por convicción no por imposición.

Hay personas que creen que el hombre va a ser mejor con nuevas y mejores leyes, con más estudios, con mayores ingresos económicos, con mayor libertad, etc., y nos olvidamos que “hecha la ley, hecha la trampa”.  Se le ha hecho de todo al ser humano: torturarlo, perseguirlo, amarlo, llenarlo de cosas, de placeres, y al final descubrimos que hay una hierba mala que resiste todos los climas y culturas.  Necesitamos algo distinto y eso es lo que hoy nos dice la primera lectura: hay que ir a la raíz, directo al corazón.

El corazón es la sede de los pensamientos, decisiones y afectos más profundos y ahí es donde debemos permitir que entre Dios si de veras queremos acabar con el problema de mal. 

Sólo con un corazón transformado el hombre será capaz de acoger las propuestas de Dios y de conducir su vida de acuerdo con esos valores que le aseguran la armonía, la paz, la verdadera felicidad.  No es cumpliendo leyes como vamos a mejorar, a ser más felices, sino metiendo a Dios en nuestro corazón.

La 2ª lectura, de la carta a los Hebreos, nos describe con palabras conmovedoras y llenas de realismo la oración y la angustia de Jesús.

Jesús s solidario con todos los hombres, es solidario con todos los instantes de nuestra vida.  No estamos solos frente a los problemas, frente a nuestra fragilidad o debilidad; Cristo nos entiende, camina a nuestro lado, nos anima cuando no podemos caminar y nos muestra el camino que nosotros debemos recorrer para vivir esa vida plena que Dios nos quiere ofrecer.

Jesús nos enseña que el único criterio de nuestra vida debe ser el amor, esa fue la única arma que Él utilizó, aunque el amor enfrentado al mundo muchas veces nos lleve a la muerte, por ello el Señor también nos recomienda la oración.  Por la oración el Señor encontró fuerzas para obedecer, para decir “sí” y hacer los planes de Dios, incluso en los momentos más difíciles de su vida terrena.  Amor y oración es el camino que nos enseña Jesús para nuestra vida.

El evangelio de san Juan, nos describe el temor y la angustia de Jesús ante esa hora inevitable de su muerte.

Jesús es consciente de que el mundo rechaza a Dios, rechaza a un Dios Padre que quiere la igualdad y la hermandad de todos sus hijos.  El mundo prefiere muchas veces el poder, el dinero, la explotación de unos hacia otros y por eso Jesús tiene que aceptar la muerte que le espera pero confiando en Dios Padre.

El dolor, el sufrimiento y la muerte aparecen ante Jesús y también aparecen ante nosotros.  Todos los seres humanos nos enfrentamos tarde o temprano ante estas realidades.  Nadie puede escapar ni huir del sufrimiento y de la muerte.  Por ello necesitamos que el Señor nos ilumine para comprender y enfrentar con serenidad el sufrimiento y la muerte.

La cruz de Cristo nos dice que Dios quiere que luchemos contra todo aquello que genera sufrimiento inútil y muerte.  Luchar para que nadie sufra por ser o pensar diferente; luchar para que nadie muera de hambre o de sed; luchar para que las enfermedades sean vencidas.

Ciertamente que hay sufrimientos y dolores que no podemos evitar y tampoco podemos evitar la muerte, es entonces cuando hay que confiar en el amor de Dios, confiar en que la vida y el amor de Dios es más fuerte que la muerte.  Por ello hemos de ver la muerte como una transformación, como un paso de hacia la vida eterna: “Si el grano de trigo no muere, queda infecundo, pero si muere, da mucho fruto”.

La muerte de Jesús ilumina nuestra vida, nos enseña dónde está lo importante, nos impulsa a tomarnos en serio nuestra vida, nos invita a confiar y a abrirnos a los demás y especialmente a Dios.

MONICIONES PARA EL V DOMINGO DE CUARESMA (CICLO B)

 
MONICION DE ENTRADA:

Estamos ya muy cerca de los días de la muerte y la resurrección del Señor.

Hoy nuestro encuentro dominical nos invita especialmente a poner nuestros ojos en Jesús, que por amor acepta hundirse en la oscuridad de la muerte, y que así nos da la vida, transforma nuestros corazones, nos hace capaces de seguirlo.

Que esta celebración sea un acto de fe en el camino de Jesús.  Y que sea también un compromiso de cambiar nuestra forma de pensar y de vivir, para pensar y vivir como Jesús.

MONICION A LA PRIMERA LECTURA:

El profeta Jeremías anuncia el amor de Dios en toda su plenitud: establecerá nueva alianza con los hombres, la escribirá en sus corazones y les otorgará su perdón.  Aún más, los hará su pueblo y será su Dios por siempre.

MONICION A LA SEGUNDA LECTURA:

El autor de la carta a los hebreos sintetiza la vida de Cristo en su pasión: aprendió a obedecer, es decir, a aceptar la voluntad de Dios en su persona.  Sólo de ese modo, se convirtió en el modelo y salvador de sus hermanos.

ANTES DE LA ACLAMACION:

Con ocasión de la visita de unos griegos a Jesús, Juan anota el mensaje de Cristo al respecto: verlo no es suficiente.  Para conocerlo, hace falta descubrir la voluntad de Dios y aprender a morir para vivir como la semilla de trigo.

Oración universal: Presentemos a Jesús nuestra oración.  Él es nuestra resurrección y nuestra vida.

Responderán diciendo: Kyrie, eleison.

-Para que el dolor, el mal y la dureza de corazón sean vencidos por la fuerza del amor.  Oremos.

-Para que los que viven en la desesperanza encuentren luz en Jesucristo y manos dispuestas a ayudarlos.  Oremos.

-Para que cada vez haya en la Iglesia más jóvenes dispuestos a seguir a Jesucristo en el sacerdocio.  Oremos.

-Para que seamos capaces de transformar nuestro modo de pensar y de vivir, para pensar y vivir como Jesús.  Oremos.

-Para que Cristo que vino a traer la paz, destruya todos esos muros que separan esposos, padres, hijos, hermanos... para que llegue al mundo la amistad y el amor que todos deseamos.

Escúchanos, Señor, Jesús, y transforma nuestro corazón para hacerlo semejante al tuyo.  Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.