MONICIONES PARA EL V
DOMINGO DE CUARESMA (CICLO B)
MONICION DE ENTRADA:
Estamos ya
muy cerca de los días de la muerte y la resurrección del Señor.
Hoy nuestro encuentro dominical nos invita especialmente a
poner nuestros ojos en Jesús, que por amor acepta hundirse en la oscuridad de
la muerte, y que así nos da la vida, transforma nuestros corazones, nos hace
capaces de seguirlo.
Que esta
celebración sea un acto de fe en el camino de Jesús. Y que sea también un compromiso de cambiar
nuestra forma de pensar y de vivir, para pensar y vivir como Jesús.
MONICION A LA PRIMERA LECTURA:
El profeta
Jeremías anuncia el amor de Dios en toda su plenitud: establecerá nueva alianza
con los hombres, la escribirá en sus corazones y les otorgará su perdón. Aún más, los hará su pueblo y será su Dios
por siempre.
MONICION A LA SEGUNDA LECTURA:
El autor de
la carta a los hebreos sintetiza la vida de Cristo en su pasión: aprendió a
obedecer, es decir, a aceptar la voluntad de Dios en su persona. Sólo de ese modo, se convirtió en el modelo y
salvador de sus hermanos.
ANTES DE LA ACLAMACION:
Con ocasión
de la visita de unos griegos a Jesús, Juan anota el mensaje de Cristo al
respecto: verlo no es suficiente. Para
conocerlo, hace falta descubrir la voluntad de Dios y aprender a morir para
vivir como la semilla de trigo.
Oración universal: Presentemos
a Jesús nuestra oración. Él es nuestra
resurrección y nuestra vida.
Responderán
diciendo: Kyrie, eleison.
-Para que
el dolor, el mal y la dureza de corazón sean vencidos por la fuerza del
amor. Oremos.
-Para que
los que viven en la desesperanza encuentren luz en Jesucristo y manos
dispuestas a ayudarlos. Oremos.
-Para que
cada vez haya en la Iglesia más jóvenes dispuestos a seguir a Jesucristo en el
sacerdocio. Oremos.
-Para que
seamos capaces de transformar nuestro modo de pensar y de vivir, para pensar y
vivir como Jesús. Oremos.
-Para que Cristo que vino a traer la paz, destruya todos
esos muros que separan esposos, padres, hijos, hermanos... para que llegue al
mundo la amistad y el amor que todos deseamos.
Escúchanos, Señor,
Jesús, y transforma nuestro corazón para hacerlo semejante al tuyo. Tú, que vives y reinas por los siglos de los
siglos.
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