SANTÍSIMA TRINIDAD (CICLO C)
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SANTÍSIMA TRINIDAD (CICLO C)
Celebramos
hoy la fiesta de la Santísima Trinidad, fiesta en la que contemplamos el
misterio de Dios, en el que creemos que Dios es Padre, es Hijo y es Espíritu
Santo, tres personas distintas pero un solo Dios verdadero.
La fiesta
que hoy celebramos es una invitación, no a tratar de descifrar este misterio,
sino a contemplar a Dios que es amor, que es familia, que es
comunidad y que creó al hombre para que participara de este amor.
La 1ª
lectura del libro de los Proverbios nos
presenta a Dios Padre que creó todo para nosotros con sabiduría. Dios es un Padre amoroso, que tiene un
proyecto de vida para cada uno de nosotros y para el mundo. Si contemplamos la creación veremos en ella
la mano de Dios, de un Dios lleno de bondad y de amor.
Mirando la
obra de Dios, aprendemos que el hombre no es un adversario ni un competidor
de Dios, ni Dios es adversario del hombre.
El hombre tiene que reconocer el poder y la grandeza de Dios y
entregarse, confiadamente, en las manos de Dios que todo lo creó con amor y que
todo nos lo entrega para nuestro servicio.
La 2ª
lectura de san Pablo a los Romanos nos invita
a mantenernos en paz con Dios por medio de Jesucristo. La venida de Jesucristo a este mundo es la
expresión plena del amor de Dios y manifestación de que Dios no nos abandona ni
se olvida de nosotros, sino que quiere que seamos sus hijos.
A pesar de
que tantas veces refutamos y nos olvidamos de Dios, Él siempre nos busca
para caminar a nuestro lado. A pesar
de que nosotros caemos en el pecado, Dios continúa amándonos gratuita e
incondicionalmente.
¿Qué
queremos decir al confesar nuestra fe en la Trinidad?
Al decir
creo en la Trinidad decimos que: “Creo en Dios Padre, creador del cielo y de
la tierra”. Dios es mi Padre, Él es
mi origen y mi destino. Él me creó sólo
por amor; Él me espera con corazón de Padre.
No sólo a mí, sino a todos los hombres y mujeres que son mis hermanos. No estoy sólo ni vivo olvidado. Tengo una razón para vivir, a pesar de que en
ocasiones la vida parezca que no tiene sentido, Dios mi Padre me ama.
Creer en la
Trinidad significa también decir: “Creo en Jesucristo, su único Hijo”. Jesús es el Hijo de Dios enviado por el
Padre. En Él descubro el rostro de
Dios. En sus gestos descubro su amor. En Él siento a Dios cercano, humano y
amigo. Él me libera de toda
esclavitud, de todo temor, de todo lo que impide que me realice como persona en
plenitud.
Jesús no es
sólo un modelo a imitar, o un maestro a seguir, es Dios hecho hombre, hecho
pan que me alimenta para este caminar diario en mi vida.
Creer en la
Trinidad significa también decir: “Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador
de vida”. Creo en la presencia viva
del Espíritu Santo en mí y en todos los hombres y mujeres. El amor del Espíritu Santo se ha derramado en
nuestros corazones. El Espíritu Santo
que es dador de vida, fuego vivo, porque pone en mí, amor, luz, calienta mi
vida, mi corazón y alumbra mis pasos para que no me equivoque en el camino,
llevándome hasta la verdad plena.
La vida
cristiana se desarrolla bajo la presencia de la Trinidad. Al inicio de nuestro ser cristiano, fuimos
bautizados “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. La Santa Misa la hemos comenzado en el nombre
del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y la terminaremos con la bendición de
Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Todo lo que decimos y hacemos durante la misa
no es otra cosa sino un diálogo que tenemos con el Padre, por medio de
Jesucristo, con la fuerza y bajo la inspiración del Espíritu Santo.
Lo
importante de la fiesta de hoy no es que comprendamos el misterio que
celebramos sino que nos demos cuenta que nuestro Dios no es un Dios solitario,
sino que es un Dios comunidad.
Nuestro Dios es una comunidad de iguales unidos inseparablemente por el
amor. Un amor tan grande que ha hecho la
creación y al ser humano. Dios nos ha
hecho a su imagen y semejanza, y si Dios es comunidad, esto significa que Dios nos
ha hecho para que convivamos, para que compartamos, colaboremos y vivamos
fraternalmente.
Dios
Trinidad nos invita a participar de esa comunidad divina, siendo hijos y
hermanos. Por eso un cristiano no
puede ser una persona individualista, no puede desentenderse de los problemas
de los demás, no puede vivir sólo para sí mismo. Un cristiano deberá buscar siempre crear
comunidad, superar las diferencias, trabajar por la unidad.
Este
es, hermanos el gran mensaje de hoy. Nos alegramos al contemplar hoy a
este Dios, que se nos está revelando como amor y misericordia que se
entrega. Un Dios que por amor nos creó, por amor nos redimió y salvó, y por
amor nos dio su Espíritu para que día a día podamos construir la comunidad
humana y así poder participar del gozo y de la plenitud que sólo Dios Uno y
Trino tiene. A Él la gloria y la alabanza por los siglos de los siglos.