V DOMINGO DE PASCUA (CICLO A)
La liturgia de este 5° domingo de Pascua nos plantea la pregunta: “¿A
dónde vamos en la vida, o para qué vivimos?” Y Jesús nos responde que
Él es el Camino, la Verdad y la Vida.
La 1ª lectura de los Hechos de los Apóstoles, nos presenta el comportamiento
de las primeras comunidades cristianas frente a las necesidades de sus
miembros y cómo se resolvían esos problemas bajo la luz del Evangelio.
Cuando la Iglesia va creciendo surgen problemas nuevos que hay que
resolver. Los apóstoles no pueden llevarlo todo ellos
personalmente y esto origina que una parte de la comunidad quede
desatendida. Este es un problema de la limitación humana de los
apóstoles. Pero la comunidad acepta y afronta estas limitaciones.
Por eso eligen de entre ellos a “7 hombres de buena reputación, llenos del
Espíritu Santo y de Sabiduría” para ayudar a los apóstoles
En la Iglesia, no sólo los sacerdotes, religiosos y religiosas tienen
funciones de servicio en la Iglesia, sino que también vosotros, los laicos,
podéis y debéis realizar funciones de servicio en la Iglesia. Y este
derecho os viene por el simple hecho de estar bautizados.
Es un derecho y un deber que vosotros los laicos, como
bautizados, ejerzáis un apostolado y un servicio a la Iglesia. En la
Iglesia todos los miembros están llamados a ser miembros activos.
La 2ª lectura de San Pedro, nos hablaba también de la Iglesia, la
llama “templo espiritual”, del que Cristo es la “piedra angular”
y los cristianos son “piedras vivas” Todo cristiano debe ser una piedra viva
de la Iglesia.
Hemos de preguntarnos ¿cuál es la presencia del cristiano en nuestro
mundo? Porque somos una civilización cristiana, pero no hemos impedido el
recurso a las armas, a los genocidios, a los actos salvajes del terrorismo, a las
guerras religiosas, al capitalismo salvaje. Los criterios que presiden la
construcción del mundo están, demasiadas veces, lejos de los valores del
Evangelio.
Esto sucede porque Cristo no es muchas veces la referencia
fundamental para el cristiano. Porque Cristo no es muchas veces la “piedra
angular” sobre la cual construimos nuestra vida y nuestra historia. Pero no
podemos olvidarnos que cada cristiano es una piedra viva de la Iglesia
que debe trabajar para construir una auténtica sociedad basada en los
principios del evangelio.
Si Cristo es la piedra angular de nuestra vida, la referencia
fundamental, entonces ¿Por qué estamos colaborando con nuestro silencio y
nuestra apatía a construir una sociedad, un mundo, tan alejado de los valores
del Evangelio?
El Evangelio de san Juan nos presenta a Cristo como el Camino,
la Verdad y la Vida.
Nunca estamos solos. Jesús está con nosotros. Ser cristiano es, antes
que nada, creer en Cristo. Tener la suerte de habernos encontrado con Él. Por
eso no dice hoy el Señor: “No se turbe vuestro corazón”. Cristo está con
nosotros.
Cristo es el camino. A veces andamos desorientados. Con
frecuencia vamos muy apenados. A veces nos preguntamos si el camino que
llevamos nos lleva a alguna parte. Quizá estamos en un callejón sin salida… Y
caminos se nos ofrecen muchos, pero ¿adónde nos conducen? ¿Nos dan
plenitud?
Yo soy el Camino dice el Señor. No sólo nos enseña el camino, sino
que Él mismo “es el camino” porque ha resucitado. Jesús es el
camino porque es en quien tenemos que creer. Y creer en Jesús es confiar en Él,
aceptar su palabra, seguir sus pasos.
Cristo es la verdad. Andamos desorientados, confusos. Se
dicen tantas cosas. ¿Quién tiene la verdad? Todo es relativo hoy en día.
Yo soy la verdad dice el Señor. Jesucristo es la verdad del hombre,
que está hecho a su imagen. Jesucristo es el hombre ideal que todos debemos
imitar. Cuanto más nos acercamos a Cristo más nos humanizamos; cuanto más
nos alejamos de Cristo más nos deshumanizamos. Cristo, el hombre
perfecto, el hombre verdadero. Él es la Verdad.
Cristo es la vida. ¡Cuánta gente está en un sin-vivir!
Vegetando, sin ilusión ni esperanza.
Yo soy la vida, dice el Señor. Vino a nosotros para rescatarnos de
la muerte, para que tuviéramos vida y en abundancia. Pero no es que nos da
vida, como el médico nos da una receta. Él es a la vez médico y medicina. Él es
la Vida; el encuentro con Él nos hace vivir esta vida con sentido y nos abre a
la vida en plenitud.
Jesús es “camino, verdad y vida”. Encontrarse con Él y creer en
Él es el mejor modo de caminar por la vida.