IV DOMINGO DE PASCUA (CICLO A)
En este 4° domingo de Pascua la Iglesia celebra el domingo de Cristo el Buen Pastor y la única puerta para llegar a Dios.
La 1ª lectura, del libro de los Hechos de los Apóstoles, vemos a Pedro predicando a Cristo resucitado como enviado por Dios para la salvación de todos los hombres.
Al oír a Pedro, sus oyentes preguntan: “¿Qué tenemos que hacer, hermanos?”
Nosotros también debemos hacernos esta pregunta. Hacerse esta pregunta es ponerse en actitud de tomar conciencia de que vamos muchas veces en la vida por caminos equivocados; que tomamos ciertas opciones, comportamientos y valores que no son los que nos propone Cristo, ni son auténticamente cristianos. Hacernos esta pregunta es reconocer que ponemos nuestras seguridades y certezas en cosas equivocadas y que lo que debemos hacer es aceptar el desafío de Dios, la propuesta que Dios tiene para nuestra vida.
Hemos de aceptar nuestras limitaciones, buscar humildemente el camino verdadero y no tener una actitud prepotente de pensar que nunca me equivoco o no poner en duda nunca nuestras acciones.
Pedro pedía conversión a los que lo escuchaban. Convertirse es optar por Jesús y aprender de Él a amar, a servir, a dar la vida.
Hemos de preguntarnos hoy qué es lo que en mi vida más necesita ser cambiando, qué ideas, valores, comportamientos, etc., necesito cambiar para acomodar mi vida a los ideales cristianos. Hemos de realizar en nuestra vida una verdadera conversión a Jesús resucitado y su Evangelio.
En la 2ª lectura, san Pedro nos decía: “Que aguantéis cuando sufrís por hacer el bien, eso es una gracia de parte de Dios”.
Para esto hemos sido llamados nos dice san Pedro en su epístola, para portarnos bien, aunque tengamos que sufrir por ser buenos. Ser fiel a la doctrina de Cristo, ser honrados y generosos, ser comprensivos y humildes, es motivo a veces de que los demás se aprovechen de los que son buenos, los desprecien o los maltraten.
Ante esta situación podemos caer en la tentación de dejar de ser buenos y preocuparnos sólo por nuestros intereses. Si cedemos a esta tentación de cansancio, traicionaremos nuestra vocación de cristianos, no seremos fieles al mandato de Cristo, a lo que Él nos ha enseñado con su propio ejemplo para que sigamos sus pasos.
Ciertamente que no tenemos que soportar las injusticias pero hemos de aprender a confiar más en la justicia de Dios que en la justicia de los hombres. Somos cristianos, luego vivamos como Cristo vivió.
El evangelio de San Juan, nos presentaba a Cristo como el Buen Pastor. Jesús es la puerta para que nosotros podamos alcanzar la salvación y llegar a Dios Padre. Jesús denuncia a todos esos falsos mesías y pastores que sólo buscan su interés personal; que sólo se acercan a los fieles para aprovecharse de ellos, para sacar de ellos algún beneficio propio.
Hoy encontramos en nuestro mundo muchos falsos líderes, muchos falsos fundadores de religiones y de sectas, muchos líderes políticos que lo único que buscan es enriquecerse a costa de los pobres a los que engañan. Jesús no busca su interés personal, busca el interés de cada uno de nosotros.
Jesús no se aprovecha de nosotros, Jesús no nos quita sino que nos da; Él nos comunica su vida. Los líderes que se aprovechan de los pobres hay que rechazarlos, porque sólo pueden ser ladrones y bandidos. Ningún seguidor de Jesús debe seguir a esos falsos líderes.
Sin embargo, muchas veces hemos abandonado este rebaño que es la Iglesia y hemos ido detrás de líderes que buscaban su interés y no nuestra felicidad. Hemos ido detrás de la publicidad, de la moda, de lo que se lleva; hemos ido detrás de líderes que nos han sacado la sangre y nos han dejado vacíos. Hemos abandonado a nuestro Pastor, hemos dejado de reconocer su voz, pero Jesús, el Buen Pastor, no nos abandona nunca.
En este día del Buen Pastor, se nos recuerda que todos los cristianos estamos llamados a evangelizar, pero de un modo especial hoy debemos tener presentes a las vocaciones sacerdotales, a todos los hombres que han consagrado su vida a Dios.
Os invito a pedir a Dios para que continúe habiendo vocaciones en su Iglesia, que el Señor siga enviando las vocaciones que Él considere necesarias para este mundo.