Vistas de página en total

lunes, 18 de marzo de 2024

 

DOMINGO DE RAMOS (CICLO B)


Empezamos hoy la Semana Santa con el domingo de Ramos en que celebramos la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén.

Las lecturas de hoy nos ayudan a entender la profundidad del misterio que vamos a celebrar.

El profeta Isaías nos hablaba del Siervo de Yahvé, éste es el que se ofrece a sí mismo, inocente, por los pecadores, para salvar a todos.  “Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no escondí el rostro ante ultrajes y salivazos”.

Este siervo del que nos habla Isaías es Cristo, que voluntariamente ha cargado con las culpas de todos.

San Pablo, en la 2a. lectura, nos decía: “Cristo Jesús, siendo de condición divina… se despojó de sí mismo tomando la condición de esclavo, hecho semejante a los hombres… se humilló a sí mismo,
hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz”.

San Marcos nos ha narrado la Pasión de Jesús.

La pasión de Cristo no es sólo una página del pasado. Es también una página del presente, en la que seguimos teniendo responsabilidad. La pasión de Cristo no ha terminado. Cristo sigue hoy sufriendo en el hombre con el que Jesús se ha identificado.

Hoy sigue Cristo sufriendo la pasión cuando no sabemos acompañar a nuestros hermanos que sufren, que sienten angustia y se sienten solos, como hicieron los discípulos predilectos en el huerto de Getsemaní.

Hoy sigue Cristo sufriendo la pasión cuando vendemos nuestra vida por treinta monedas de plata; cuando nuestro deseo de prosperar nos lleva a hacer negocios no limpios a renunciar a nuestros valores más sagrados: familia, amigos, honradez, sinceridad, cuando vendemos nuestros mejores ideales por causas que no merecen la pena.

Hoy Cristo sigue sufriendo la pasión cuando buscamos en la violencia la solución de nuestros problemas, como aquellos que apresaron a Jesús con palos y espadas; cuando dejamos que cualquier tipo de violencia se apodere de nuestro corazón.

Hoy Cristo sigue sufriendo la pasión cuando acusamos injustamente a los hombres, como lo hicieron los líderes religiosos de Jerusalén; cuando no respetamos a los hombres y los acusamos sin verdad, cuando descalificamos injustamente.

Hoy Cristo sigue sufriendo la pasión cuando lo negamos por vergüenza y cobardía, como hizo Pedro; cuando no confesamos con valentía y sinceridad nuestra fe; cuando no defendemos la justicia por miedo a problemas y dificultades o al qué dirán…

Hoy Cristo sigue sufriendo la pasión cuando nos lavamos las manos como Pilato; cuando no vivimos comprometidos con la causa de los que sufren, cuando nos encogemos de hombros ante las injusticias, por miedo a las consecuencias.

Hoy Cristo sigue sufriendo la pasión cuando nos burlamos de los que sufren, de los marginados de la sociedad, como hicieron los soldados: cuando nos reímos del dolor ajeno, especialmente de los débiles.

No acusemos solamente a los judíos porque todos nosotros seguimos siendo responsables de la pasión de Cristo que aún no ha acabado.

Celebremos muy de verdad estos días santos.  En ellos se hace presente todo lo más grande y profundo que tenemos.  Que nuestra participación en las celebraciones de esta semana santa sea una participación activa, ya que para vivir esta semana, nos hemos estado preparando durante toda la Cuaresma.  Que estos días nos lleven a un renovador despertar de nuestra fe, de nuestra esperanza, de nuestro amor.