V DOMINO DE PASCUA (CICLO A)

La liturgia de este quinto domingo de Pascua nos invita a reflexionar sobre la Iglesia y la necesidad de que como comunidad cristiana estemos organizados, tomando parte activa en los diferentes ministerios de la Iglesia para seguir a Cristo Camino, Verdad y Vida.
La 1ª lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles nos ha relatado la institución de los primeros Ministerios en la Iglesia.
En la Iglesia, no sólo los sacerdotes, religiosos y religiosas tienen funciones de servicio en la Iglesia, sino que también vosotros, los laicos, podéis y debéis realizar funciones de servicio en la Iglesia. Y este derecho os viene por el simple hecho de estar bautizados.
Es un derecho y un deber que vosotros los laicos, como bautizados, ejerzáis un apostolado y un servicio a la Iglesia.
Pero la Iglesia, aun cuando debe dedicarse en primer lugar a la oración y al anuncio de la Palabra de Dios, no puede descuidar su preocupación por el bienestar de los que sufren las consecuencias de la pobreza, de la injusticia social, de la enfermedad. La Iglesia tiene que cuidar y asistir a quienes necesitan de nuestra ayuda, viendo en el necesitado el Rostro del mismo Cristo a quien hemos de amar sirviéndolo.
La 2ª lectura de San Pedro, nos hablaba también de la Iglesia, la llama “templo espiritual”, del que Cristo es la “piedra angular” y los cristianos son “piedras vivas”
Esta lectura nos habla del sacerdocio común que debe ejercer todo fiel bautizado. Todo cristiano debe ser una piedra viva de la Iglesia.
Hemos de preguntarnos ¿cuál es la presencia del cristiano en nuestro mundo? Porque somos una civilización cristiana, pero no hemos impedido el recurso a las armas, a los genocidios, a los actos salvajes del terrorismo, a las guerras religiosas, al capitalismo salvaje. Los criterios que presiden la construcción del mundo están, demasiadas veces, lejos de los valores del Evangelio.
Esto sucede porque Cristo no es muchas veces la referencia fundamental para el cristiano. Pero no podemos olvidarnos que cada cristiano es una piedra viva de la Iglesia que debe trabajar para construir una auténtica sociedad basada en los principios del evangelio.
En el Evangelio de San Juan, Jesús decía hoy: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre si no es por Mí”.
El problema de muchas personas es que viven una vida sin camino. Pueden viajar mucho, ir siempre de prisa, pero en realidad no van a ninguna parte. Su vida es sólo monotonía.
No conocen la alegría de renovarse y crecer. Van añadiendo años a su vida, pero no saben dar vida a sus años. Su vida transcurre sin dirección ni horizonte.
Todos queremos vivir. Vivir más. Vivir mejor. A veces pensamos que vivir es algo que ya sabemos y que lo único importante es que a uno lo dejen vivir en paz. Pero no podemos convertirnos en “simples vividores de la vida”. Tenemos que descubrir cuál es la manera más acertada, más humana y más plena de vivir la vida con profundidad.
A través de la historia, al hombre se le han ofrecido incontables caminos, para ser feliz, para conseguir la plenitud.
Se nos ha ofrecido: El camino del dinero, de la riqueza: que da felicidad durante algún tiempo, pero al final esclaviza y degenera. El camino del éxito, de la fama: que suele acabar en orgullo y soberbia. El camino del placer: que también da felicidad durante un tiempo, pero acaba oxidando la mente y degradando. El camino del poder: que normalmente acaba en abuso y en tiranía. El camino de la violencia, de la fuerza: que acaba destruyendo.
Si queremos vivir la vida en plenitud, hemos de descubrir que Cristo el Camino para vivir una vida plena. Cristo es el único camino acertado para vivir intensamente, para buscar nuestra verdad, para acoger la vida hasta su última plenitud.
¿Cuál es el camino de Cristo? ¿Cuál es el camino que Cristo nos invita a seguir?
El camino del amor, de la amistad, de la comprensión. El camino de la fraternidad, de la solidaridad. El camino de la paz, de la no violencia. El camino del perdón. El camino de la sencillez, de la humildad.
Y Cristo es nuestro camino, porque todo lo que nos enseñó, Él fue el primero en vivirlo. Cristo amó, fue comprensivo, fue humilde y sencillo; perdonó, fue pacífico, solidario…
Y solamente quien es así puede decir: Yo soy el camino, la verdad y la vida.