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lunes, 20 de enero de 2025

 

III DOMINGO ORDINARIO (CICLO C)


Las lecturas que acabamos de proclamar nos hablan hoy de la importancia que debe tener la Palabra de Dios en nuestra vida.  La Palabra de Dios que proclamamos cada domingo no es sólo para escucharla sino para hacerla vida.

La 1ª lectura de Nehemías nos cuenta cómo, cuando Israel pasaba por unos momentos difíciles dentro de su historia, a la vuelta del destierro, tenían un desconocimiento total de la Palabra de Dios, sobre todo aquellas generaciones que habían crecido en el destierro. Esdras, el sacerdote, hizo una celebración solemne para ayudar a todos a redescubrir la fuerza salvadora de la Palabra de Dios.

A diferencia de la palabra humana, la Palabra de Dios es importante en la vida de los creyentes, es el medio de comunicación que Dios tiene con nosotros.  A través de la predicación y la catequesis hemos conocido las cosas de Dios. La mejor comunicación es su propio Hijo Jesucristo, que es la Palabra. En su Palabra, en el Evangelio y en Jesucristo, podemos encontrar la verdadera vida, las claves de nuestra felicidad, los valores que nos hagan más humanos. Tenemos que descubrir la importancia de la Palabra.

La Palabra de Dios siempre era escuchada por el pueblo con gran atención, como vemos en la primera lectura. Escuchamos como el pueblo de Israel se reunía para escuchar la Palabra de Dios.

Realmente ¿La Palabra de Dios es de verdad algo significativo para nuestra vida?, ¿Leemos la Palabra de Dios, leemos los evangelios? La palabra es algo importante para el cristiano.

La forma en que proclamamos o leemos la Palabra de Dios, contrasta fuertemente con el modo de hacerlo aquellos creyentes en el Señor, tal como nos narra la primera lectura de hoy.

Las distracciones que sufrimos; la falta de interés (por parte de algunos) en llegar al principio de la Misa, son actitudes muy distintas a las que muestra el Pueblo creyente ante la proclamación que se va a hacer de la Palabra de Dios. Ellos lloraban de alegría al escuchar que Dios les hablaba y nosotros nos llenamos de impaciencia y lamentamos el tiempo empleado en las lecturas de la Palabra de Dios. ¡Dios nos habla! ¡Hay que escuchar con atención y acoger lo que nos dice Dios!

La 2ª lectura de San Pablo a los Corintios sigue insistiendo, como el domingo pasado, en la unidad de la Iglesia y la comunicación y solidaridad que debe existir entre todos los miembros que formamos la Iglesia.

Cuando hablamos de Iglesia, muchos la entienden como el Papa, los obispos y los sacerdotes, sin embargo, la Iglesia somos todos los bautizados.  Al igual que en un cuerpo humano, cada miembro tiene una función, así en la Iglesia todos y cada uno tiene una función que desempeñar por muy pequeña que sea. En un cuerpo toda parte es importante, pero cada una tiene su función. En la Iglesia todos somos necesarios.

El Evangelio de San Lucas  nos dice que Jesús llega a la sinagoga, abre la Escritura y lee el sueño de un mundo nuevo. Un mundo de libertad. Un mundo de claridad, luz y verdad. Y Jesús después de leer el texto, dice solemnemente. “Hoy se cumple está Escritura que acabáis de oír”.

La palabra Evangelio significa “Buena Noticia”.  Jesús es la “Buena Noticia” porque Dios lo ha enviado para anunciar que es posible la libertad para todos aquellos que se sienten esclavos del mal.  Dios lo ha enviado para devolver a los ciegos por el pesimismo y el cansancio la visión y la esperanza en un mundo nuevo y mejor.  Dios lo ha enviado para ofrecernos su amor y su amistad.  Esta es la gran noticia que Dios nos ha dado.

A Dios no le agrada el sufrimiento, no le gusta que en este mundo unos hombres hagan sufrir a otros.

No habremos entendido el mensaje de Jesús, si no nos damos cuenta que habiendo riquezas en abundancia en este mundo y medios para que todos tengan lo necesario para vivir con dignidad, haya tantas personas olvidadas, injustamente tratados, viviendo en la miseria, sin tener lo necesario para vivir una vida digna.

No podemos organizar nuestra vida como si estas personas no existieran, como si este mundo no pudiera mejorar.  Por ello, Jesús nos llama a quitar el sufrimiento de los pobres.  Ser pobre, ser oprimido, no es bueno, va contra la dignidad de la persona humana.

Dicen los analistas mundiales que estamos viviendo, a escala mundial, una falta de ética y solidaridad en los dirigentes mundiales porque no hay avances en materia de justicia y cada día hay más personas que pasan hambre y son analfabetas. 

Vivimos rodeados de muchos a quienes importa muy poco el sufrimiento de los demás.

Hagamos hoy nosotros, como nuestro, el programa de Jesús y trabajemos por construir una sociedad más justa y humana basada en las Palabras de Jesús.

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