Vistas de página en total

martes, 12 de marzo de 2019

II DOMINGO DE CUARESMA (CICLO C)
 
Te invito a visitar mi nueva página web donde encontrarás: homilía dominical, homilía diaria, misal diario (con oraciones y lecturas), subsidios litúrgicos para la sede, artículos de liturgia, artículos sobre la catequesis, artículos sobre Realismo Existencial, Artículos sobre el Rostro humano de Internet, Artículos y opiniones, Videos y Fotos.

La dirección web es : http://igfergon.com.mx

II DOMINGO DE CUARESMA (CICLO C)
 
Estamos en el segundo domingo de Cuaresma y las lecturas nos invitan a transfigurarnos, a convertirnos, para que la vida diaria y sus valores vayan haciéndose presentes en nuestros pensamientos y acciones.
 
La 1ª lectura del libro del Génesis nos presenta a Abraham que es modelo de fe, de obediencia y de confianza en Dios para todos los creyentes.  Abraham es un hombre que acepta los proyectos de Dios y se pone al servicio total de Dios, por ello Dios hace una alianza con él.
 
Hoy día, existen personas que quieren prescindir de Dios en la construcción de un mundo mejor.  Hoy Dios nos dice que no es posible hacer de este mundo un paraíso sin contar con Él.  Hoy como siempre, los caminos del hombre no coinciden con los de Dios.  Y los caminos de Dios nos resultan, a veces, extraños y sorprendentes.
 
El hombre de hoy, también hace coaliciones, pero sus coaliciones son con la técnica, el dinero, el poder, el placer, que son los ídolos actuales.  Sin embargo, el hombre de fe, el hombre creyente tiene que hacer alianzas con Dios, tiene que unirse a Dios, tiene que ponerse al servicio de Dios y comprometerse con el proyecto que Dios tiene para este mundo y sólo así se producirá el milagro como con Abraham.
 
La Cuaresma es el tiempo especial para ver nuestra alianza con Dios; para ver si está deteriorada o rota y decidirnos a fortalecer esa alianza con Dios.
 
La 2ª lectura de san Pablo a los Filipenses, es una denuncia contra la actitud de ciertos cristianos que con su manera de vivir y de actuar se muestran como enemigos de la cruz de Cristo.
 
¿Cuándo somos enemigos de la cruz de Cristo?  Hay personas que llevan en el pecho la cruz, pero la llevan como un elemento de lujo o como una especie de amuleto para que los proteja.  Hay personas que se signan con la cruz en diversos momento del día: al empezar un camino, al cerrar un negocio, al hacer un examen, etc.  Muchas veces llevamos una cruz o hacemos el signo de la cruz pero sin ninguna vinculación real con la cruz de Cristo.
 
Por eso nos gusta una vida tranquila sin mucho compromiso real con la cruz de Cristo.  Preferimos la gracia barata que es el más grande y mortal enemigo de la Iglesia.  La gracia barata se manifiesta en el perdón sin arrepentimiento ni deseo de cambio en nuestra vida; en los sacramentos sin formación y sin preparación y en una fe tibia y sin compromiso real con Cristo.
 
Hay que tomar en serio la cruz de Cristo y esto significa tomar con valentía las incomodidades y los dolores de esta vida pero sin huir de este mundo, esforzándonos por mejorarlo no sólo con las fuerzas humanas sino también con la gracia de Dios.
 
Tomar la cruz es seguir al Señor hasta las últimas consecuencias, aunque seamos perseguidos por causa de la justicia, por causa de Jesús y llegar así a convertirnos en ciudadanos del cielo.
 
El Evangelio de san Lucas nos presenta la Transfiguración del Señor. Jesús se lleva a sus discípulos al monte, al silencio y allí les muestra su gloria, allí el Padre hace oír su mensaje: “Este es mi Hijo mi escogido; escuchadlo”.  
 
Nosotros también necesitamos esos momentos en los que compartir la intimidad del Señor, momentos de retiro, de silencio, momentos para leer la palabra de Dios en la Biblia, para escuchar su voz en nuestro interior.  Momentos para ver los acontecimientos que nos ocurren con la mirada de Dios. Momentos para discernir lo que está bien y lo que está mal. Momentos para que nuestro espíritu recobre fuerzas.  Todo eso, hermanos es la oración.  Y en esta cuaresma se nos pide hacer un esfuerzo especial por hacer oración. 
 
Orar no es hablar de Dios sino hablar con Dios, como hijos suyos. Saber rezar no es difícil; basta hablar con Dios. A veces ni siquiera es necesario hablar, pues escuchar es suficiente. La oración puede ser individual o comunitaria, mental o vocal, espontánea o ya hecha: salmos, plegarias, cantos, bendiciones, y la oración por excelencia: el Padrenuestro.
 
Debemos crecer siempre en la oración, al igual que en la fe. Necesitamos orar, ya sea en medio de los quehaceres de cada día, ya sea retirándonos a solas con Dios.  Pero siempre la oración debe ser escuchar a Jesús, porque escuchándolo a Él, escuchamos a Dios, nuestro Padre.
 
Hoy, hay crisis de oración entre los cristianos; rezamos poco o rezamos mal, porque estamos materializados y nos creemos autosuficientes.
 
No hay cristiano sin oración. Igual que en la vida de Jesús, la oración lo es todo en nuestra vida cristiana.  No hay cristiano, no hay apóstol, no hay testigo, sin oración personal y comunitaria.
 
Hay que hacer oración para escuchar al Hijo amado del Padre.  Por ello hoy es un buen momento para preguntarnos: ¿Rezo yo en mi vida: mucho, poco, nada?

No hay comentarios:

Publicar un comentario